Oportunidades de inversión en época de crisis
Los mínimos del año que se han alcanzado a lo largo de la semana en la mayoría de los mercados bursátiles presentan una doble lectura: mientras que para algunos, este suceso ha venido a agudizar el mal comportamiento de sus carteras de valores, aquellos inversores que durante este período optaron por permanecer fuera de la renta variable empiezan a intuir claramente la oportunidad de compra que presentan las valoraciones actuales.
En estas líneas vamos a intentar guiar de forma racional la decisión de estos últimos inversores, alcanzando unas conclusiones que, evidentemente, también pueden ayudar a resolver la cuestión de aquellos que, por otro lado, se están planteando la posibilidad de desinvertir sus posiciones en bolsa.
El proceso de decisión que proponemos sigue esta secuencia: en primer lugar, determinar si los niveles actuales de la bolsa son sostenibles y presentan una buena oportunidad de compra. En segundo lugar, enmarcar la decisión de invertir en renta variable atendiendo a la distribución adecuada de nuestras inversiones no sólo en renta variable, sino también en renta fija y liquidez. Finalmente, analizar cuál es el vehículo de inversión más adecuado para materializar nuestra inversión considerando su horizonte temporal, la previsible naturaleza de la recuperación bursátil y las mejores condiciones fiscales que presentan cada uno de los instrumentos de inversión.
En primer lugar, la valoración en términos históricos que presenta la bolsa española se sitúa en niveles muy atractivos, incluso considerando un escenario de recuperación económica conservador. Resulta interesante analizar cómo ha evolucionado la rentabilidad de la bolsa en el plazo de un año a partir de niveles de valoración como los que presenta actualmente la renta variable española. Como se puede ver en el gráfico, episodios de rentabilidad negativas han coincido con niveles de desviación al alza importante del PER respecto de su evolución histórica. En el caso actual, es la única ocasión en que coinciden rendimientos negativos con valoraciones en términos de PER tan bajas, situación que, en nuestra opinión, debería revertir en el medio plazo.
Por otro lado, y una vez analizada la interesante valoración que presenta la renta variable, el inversor debe enmarcar la decisión de inversión con la composición de activos que presenta su patrimonio. En otras palabras, si el inversor ya mantiene un porcentaje de exposición a la renta variable (a través de fondos, depósitos garantizados o inversión directa) en la composición de su patrimonio, la recomendación ajustada sería mantener dicho porcentaje, no aumentarlo. En este sentido, nuestra recomendación estratégica, en términos generales, para un inversor con un perfil de riesgo moderado y un horizonte a medio plazo vendría determinada por un 50% de sus activos en renta variable, un 25% en renta fija y un 25% en liquidez. A partir de aquí que cada uno haga sus cuentas y decida.
Finalmente, resulta relevante determinar el vehículo de inversión más apropiado en el caso de que la decisión después de todo el proceso fuese la entrada en bolsa. En este sentido, toda vez que a lo largo del presente año los valores de menor capitalización del IBEX han mantenido un comportamiento relativo bastante bueno en la mayoría de los casos, el margen de reacción quedaría reservado a los grandes valores, que son los que han acumulado las mayores pérdidas hasta la fecha. Esta posible recuperación de la mano de los grandes valores se traduciría en un buen comportamiento de los índices, por la elevada ponderación de estos títulos en su cálculo.
De este modo, podría ser un buen momento para instrumentar el posicionamiento en renta variable a través de fondos, y otros productos, en los que los índices marcan directa o indirectamente su evolución. Especialmente útil se muestra la utilización de fondos, habida cuenta del más que probable cambio de tratamiento fiscal de estos productos a partir del año que viene, en el que no se penalizará fiscalmente el reembolso de participaciones de un fondo si su destino es la inversión en otro. De este modo, invertir en fondos cuyas estrategias están basadas en gran medida en el seguimiento de determinados índices nos va a permitir, cuando cambien nuestras perspectivas, trasladar la inversión a otros fondos más atractivos sin penalización fiscal, es decir, con toda flexibilidad de selección y gestión.