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Inversiones

El Banco de Japón interviene sin éxito en los mercados para frenar la apreciación del yen

El dólar bajó ayer en Tokio a pesar de la intervención ordenada por el Ministerio de Finanzas en apoyo del yen, que debilitó momentáneamente esta divisa, pero no impidió que terminara más fuerte que a primera hora frente a la moneda estadounidense.

A última hora de la tarde el dólar se negociaba en 121,44 yenes, frente a los 121,66 yenes de las primeras negociaciones de la mañana después de haber oscilado la mayor parte de la sesión entre 121,02 y 122,80 unidades. Por su parte el euro se negociaba por la tarde a 118,59 yenes frente a los 118,09 que tenía a primera hora y a 0,975 dólares, por encima de los 0,970 de primera hora.

El dólar volvió a debilitarse frente al yen a pesar de la operación realizada por el Gobierno japonés y el Banco de Japón (BOJ), que se gastó unos 2.000 millones de dólares. Aunque la operación sacudió a la Bolsa de Tokio, que cerró con un alza del 1,12%, no logró revertir la paulatina apreciación del yen. La divisa japonesa continúa, junto al euro, su alza ante el dólar debido a la preocupación que hay en EE UU ante nuevos atentados terroristas en aquel país. 'Los movimientos del dólar y el yen en los mercados han sido demasiado rápidos, una situación que no es deseable para Japón, ni para la economía mundial', explicó el ministro de Finanzas, Masajuro Shiokawa. El ministro reiteró que seguirá habiendo nuevas intervenciones, ya que las autoridades japonesas se oponen a una pérdida de competitividad de los productos nipones en el extranjero, en un momento en que la demanda interna sigue sin funcionar.

En poco más de un mes, los analistas financieros locales creen que el BOJ se ha gastado unos 16.000 millones de dólares en tratar de debilitar al yen y mantenerlo por encima de 121 unidades por dólar. Otros factores que pueden dañar aún más al dólar esta semana son los datos sobre la confianza del consumidor, los pedidos de la industria manufacturera y el consumo de los hogares. Se está produciendo una huida de capital de EE UU, que ha perdido atractivo por su baja rentabilidad en Bolsa y bonos.

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