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Telefónica hace caer el Ibex un 10,3% en dos semanas

El desayuno de ayer le resultó indigesto a los bolsistas, pero la comida fue peor. De buena mañana, sobre la mesa estaba un atentado contra EE UU en Pakistán, las advertencias sobre beneficios de Adobe y Sprint y Merrill Lynch aconsejando vender acciones de telefonía móvil. Estos elementos, junto con el crónico desánimo inversor, llevaron al Ibex a perder hasta un 3,83%. A mediodía llegó el pésimo dato de confianza del consumidor en EE UU, que estropeó las cosas también en el frente macroeconómico y forzó la apertura bajista del Nasdaq. El Ibex bajó un 2,31% al cierre.

En la semana el Ibex ha acumulado un retroceso del 4,71%. En 15 días, el 10,34%, en la peor racha, con mucho, desde el 11 de septiembre. El Ibex está lejos de los mínimos marcados entonces, pero la mayor parte de los pesos pesados cotiza a precios desconocidos desde 1998.

Telefónica ha perdido un 7,01% en la semana y ha protagonizado como ninguna otra compañía el pánico vendedor que ha azotado los mercados. En 15 días de violenta caída ha perdido una quinta parte de su valor, Ayer, no obstante, la teleco aguantó la mala apertura de Wall Street, pues bajaba más a media mañana que al cierre. En los peores momentos del día llegó a perder la cota de los nueve euros. En ese momento aparecieron los cazadores de gangas, que permitieron que el valor sólo cayese el 1,51%.

Lo que hizo el dato de confianza del consumidor de EE UU (que cayó de 96,8 a 90,9, según la Universidad de Michigan) fue extender el pánico vendedor a todo el mercado. Santander y BBVA, que cayeron un 3,23% y un 3,4%, respectivamente, fueron los valores que más aportaron al descenso del Ibex, unos 40 puntos cada uno. Con el desplome que acumula Telefónica, Santander vale ya casi tanto como la propia teleco. El valor, en todo caso, está sujeto a los problemas de Brasil, y ayer el nerviosismo del mercado le hizo caer hasta un 6%. El real y el Bovespa, no obstante, aguantaron, y Santander bajó menos que BBVA al cierre.

Repsol retrocedió un 3,67%, y empresas que habían aguantado últimamente sufrieron la llegada masiva de papel. Arcelor, Prisa, Gamesa o ACS cayeron más del 4%. Inditex fue, con Sol Meliá, el único que cerró ayer al alza, y es de las pocas empresas que sube en la semana y en junio, un mes durante el que la Bolsa ha perdido más que en cualquier otro periodo del año.

El volumen de negocio, una vez más no acompañó. Los 1.800 millones de euros son a todas luces insuficientes para una sesión tan volátil. Quien está atrapado ya no vende, pero tampoco intenta promediar precios de compra. Y los gestores siguen sin tocar sus largas posiciones de liquidez.

Son demasiados toros que lidiar. Tyco y otras de este corte no son Enron, pero tampoco tranquilizan. Bin Laden sigue suelto y da coletazos. El consumidor de EE UU no parece dispuesto a seguir gastando para compensar la apatía inversora de las empresas. Los vencimientos de la deuda de las telecos amenazan su tesorería. Argentina no mejora ni en el fútbol mientras Brasil vive entre la depreciación y la incertidumbre política. Y los resultados empresariales van para atrás, no para adelante. Así, ¿a quién le importan los precios?

Mucha volatilidad y poco volumen de negocio

 

El volumen de negocio es el mejor termómetro de la Bolsa para medir día a día el pulso de los inversores. Lleva muchos meses dañada. No hay dinero. Y esta es una tónica que se reproduce en cada sesión desde hace varias semanas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Ibex se movió ayer entre un máximo de 7.286 y un mínimo de 7.014 puntos. Esto significa una desviación de un 3,8%, la mayor de los últimos seis meses en una sola jornada. El negocio fue de 1.560 millones de euros en el mercado continuo y de 1.820 millones incluidas operaciones especiales. Son cifras muy cortas para una volatilidad tan alta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El resto de la semana ha sido igual de apática, sin apetencia por parte de los compradores potenciales y con nervios a flor de piel en aquellos inversores que mantienen acciones en sus carteras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las cifras que se han manejado en las últimas jornadas son más propias de los veranos de antaño, del caluroso ferragosto, que de los tiempos actuales, en que la globalidad de los mercados, las Bolsas que cotizan las 24 horas al día, anima la actividad.

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