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Servicios

De la propiedad al alquiler de las redes

Jeremy Rifkin, visionario de la era digital, defiende que Internet va a acabar con la propiedad, sustituida por el abono a todo tipo de servicios

Charlatanes o visionarios, lo cierto es que las nuevas tecnologías están nutriendo a este mundo de principios de siglo en el que la ideología ha muerto de numerosos pensadores con revolucionarias teorías. La aparición de Internet y las miles de posibilidades aún sin explorar de esta red universal han dado lugar a innumerables filósofos que disertan sobre cómo será la sociedad, el ciudadano o la economía de la era digital.

A pesar de que la burbuja puntocom nos ha estallado en plena cara, Nicholas Negroponte sigue cobrando cantidades millonarias por explicar ante las audiencias más selectas sus hipótesis sobre un mundo en el que el átomo deja ser el centro del universo. Y aunque hoy es difícil diferenciar entre los discursos proféticos y los cuentos de ciencia-ficción, no está mal que la historia de la fría tecnología se escriba con algo de literatura que humanice esas interminables listas de unos y ceros.

Una de estas historias futuristas se pudo escuchar en Madrid el pasado martes durante la 22 Semana de Fecemd (Federación Española de Comercio Electrónico y Marketing Directo). Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Asuntos Económicos (organización no gubernamental que él mismo creó), más conocido por ser un gran activista político que ha luchado por que EE UU establezca controles a la biotecnología y las investigaciones sobre clonación, habló ante los profesionales del marketing de su nueva obra, La era del acceso (Paidós).

En este libro, que en su edición original se subtitula La nueva cultura del hipercapitalismo donde todo en la vida es una experiencia pagada, desarrolla una interesante teoría económica en la que sostiene que Internet va a significar la muerte de la propiedad y el tiempo se convierte en la principal unidad de consumo.

Rifkin sostiene que Internet es la tecnología que va a cambiar la economía para siempre. 'El capitalismo es demasiado lento para las nuevas reglas del juego. Por primera vez en la historia podemos comerciar con cualquiera en cualquier momento y desde cualquier lugar. Y lo podemos hacer a la velocidad de la luz: basta con un clic de ratón', asegura Rifkin. Internet ha borrado las barreras geográficas y está cambiando la forma en la que nos relacionamos los seres humanos.

Pero la principal reflexión de Rifkin se centra en analizar cómo Internet está cambiando los hábitos de consumo. Se ha pasado de comprar un disco en una tienda a estar suscrito a un servicio de intercambio de canciones. Estamos viviendo una migración de la compra al acceso, según sus teorías. 'Estamos vendiendo tiempo, la suscripción a un servicio, no el producto en sí', sostiene.

En la nueva era del acceso ideada por Rifkin los mercados vienen a ser sustituidos por redes. La gran diferencia entre estos dos conceptos viene marcada por la constancia y la intensidad entre las relaciones del productor de un bien y el consumidor. En un mercado, el productor debe recomenzar todo su trabajo en cuanto se cierra el ciclo de venta, mientras que en las redes se mantiene una conexión constante con el cliente. 'Los márgenes en la venta de un producto son cada vez menores. Se puede comprar cualquier cosa en todo el mundo a un buen precio con sólo tener una conexión a Internet. La única área para competir que le queda al suministrador está en el servicio', reflexiona Rifkin. La industria del PC en la que los márgenes de beneficios son cada vez más ajustados ilustra perfectamente la situación que describe el autor, pero esta situación se detecta en la mayoría de las actividades económicas.

Parece que algunos fabricantes ya saben que la diferencia de su oferta está más allá del mero producto. 'Nike vende por 100 dólares unas zapatillas que fabrica por un dólar. Nike no vende zapatillas, sino una experiencia que ha asociado a su marca por la que los jóvenes están dispuestos a pagar', explica Rifkin. Así, la idea de vender experiencias va a estar cada vez más arraigada en este hipercapitalismo.

Muñecos de regalo

'Antes se compraba un juego Lego a un niño, eligiendo el muñeco que más le gustaba. Hoy cada caja de Lego lleva asociada una dirección de Internet, donde se le explica al niño la historia de ese muñeco. Así, en un futuro, el precio del muñeco será insignificante, pero el niño pagará una cuota mensual por estar suscrito a esa web donde conocer más sobre las aventuras de su muñeco y compartirlas con otros niños', explica Rifkin.

El modelo que se va a imponer, según este activista norteamericano, seguirá los pasos de la telefonía móvil, donde los terminales son muy baratos, hasta gratuitos, y donde lo único que se paga es la conexión a la red de la telefónica.

La industria del automóvil también se ha iniciado ya con fuerza por estos derroteros, que son los que van a acabar con la propiedad tal y como hoy la entendemos, de acuerdo con el autor. Cada vez es más normal que un automóvil se venda siguiendo un modelo de leasing. Es decir, por una cuota mensual, el conductor se suscribe a una serie de servicios que incluyen el coche que ha elegido pero también las reparaciones, el seguro, descuentos en determinadas estaciones de servicio y un largo etcétera.

'Se busca una relación a largo plazo, se quiere establecer una conexión con el cliente. Y el fabricante del coche a su vez crea una serie de nuevas relaciones con los proveedores de todos estos servicios. El actor que triunfe en el hipercapitalismo será aquel que consiga ser el epicentro de esta red', opina este teórico. 'Las redes que triunfarán están aún por inventar. Muchos proyectos van a fracasar, pero quien no experimente con alguno de ellos en los próximos 10 años terminará por quedarse fuera de juego'.

Rifkin no se atreve a dar nombres concretos de las redes que lograrán el éxito, pero ofrece ejemplos con algunos negocios actuales que están yendo por el camino correcto. El fabricante de sistemas de aire acondicionado estadounidense Carrier es uno de ellos. Esta empresa veía cómo sus beneficios iban menguando con el aumento de la competencia, que hacía caer constantemente sus precios. Carrier ha inventado un servicio por el que instala un sistema durante el periodo que desee el cliente, normalmente empresas, por el que le asegura un ambiente refrigerado con la instalación, la máquina y el mantenimiento. Otro ejemplo que cita Rifkin hace alusión a la farmacéutica Glaxo, que junto con una compañía de seguros ha creado un servicio vía Internet con el fin de mantener a sus clientes sanos. Ellos venden sus vitaminas y otros productos y el seguro no tiene que cubrir los tratamientos de recuperación, mientras que el paciente paga por no caer enfermo.

Rifkin terminó su ponencia resaltando la importancia que va a tener el encontrar el equilibrio entre estas redes y la vida personal. Rifkin pronostica un mundo en el que todos estamos conectados pero en el que también debemos aprender a poner límites. A la salida de la conferencia se podía comprar su libro, cuyo mayor defecto, a primera vista, es que simplemente era un montón de papel que no llevaba asociada ninguna mísera experiencia a la que poder suscribirse.

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