El difícil regreso de los ejecutivos
Los profesionales desplazados a otros países se quejan de la falta de comunicación con su empresa y de las escasas salidas profesionales que se les ofrecen a la vuelta
Hay cosas que son difíciles de explicar', contaba un expatriado español en Singapur hace unos años. 'Las cosas iban mal y uno de los empleados locales dijo que los espíritus no estaban de nuestra parte, que deberíamos traer al Feng Shui para que hiciera de nuestra oficina un lugar donde los buenos espíritus se encontraran a gusto y la suerte cambiara. Así que decidí que podíamos probar. Nos mandó cambiar el color de las paredes, la disposición de algunas mesas y pasó una cuenta que yo no sabía cómo justificar ante la central. Lo cierto es que el negocio empezó a funcionar', contaba con cierta sorna; 'ya sabes, donde fueres haz lo que vieres, pero para mí el problema era explicar esa factura'. Esta conversación transcurrió a finales de los años noventa cuando el Feng Shui era un concepto aún ininteligible para quienes no conocieran la mística china.
'¿Qué dijeron?' 'Nada, pagaron y no me pidieron explicaciones'. La sensación de extrañeza que le quedaba a este expatriado se convirtió en sensación de una cierta soledad por el desinterés mostrado. Y no es una sensación extraña entre los trabajadores en el extranjero. La aseguradora Cigna, especializada en servicios a trabajadores expatriados, ha presentado un estudio, cuya conclusión es que los empleados en el extranjero se sienten 'solos'. Según los resultados de este trabajo, el segundo que realiza y para el que se ha encuestado a 709 profesionales desplazados a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania y España, estos empleados 'piensan que sus compañías no están haciendo lo suficiente para atenderles, especialmente en estos momentos de turbulencia internacional'.
Sólo el 20% considera que la empresa mantiene una buena
política de comunicación y el 56% califica de 'negativa' la coordinación entre su posición y el departamento de recursos humanos de la central. Virginia Hollis, vicepresidenta para mercados globales de Cigna, asegura que el problema es que hay empresas que confían todos sus esfuerzos de comunicación a los correos electrónicos y se deja de lado la comunicación por teléfono'.
El principal problema de los directivos o profesionales que han sido trasladados a otros países es la adaptación de nuevo al país de origen. Así lo explicó uno de los asistentes al seminario Negocios en América Latina, organizado esta semana por el despacho de origen estadounidense Baker McKenzie y el Instituto de Empresa, que se quejó de que en España no existe una política de reingreso en la compañía dentro de la estructura. 'No somos más internacionales porque no somos capaces de trasladar a gente y luego darle una salida digna cuando regresan. No somos capaces de poner a la gente al mismo nivel que cuando se ha ido'. En opinión del socio de Baker & McKenzie, Eduardo García Calleja, 'hasta hace poco no era frecuente trasladar o desplazar a alguien en el extranjero'. Añadió que en España no hay cultura de movimiento. 'Es importante buscar al que regresa un hueco dentro de la compañía, que tenga encomendada una función, porque sino es un talento que se desperdicia', señaló García Calleja.
Falsos mitos
Muchos profesionales expatriados, según el estudio de Cigna, creen que la falta de comunicación no es el único punto flaco de las relaciones trabajadores y empresa. Hasta un 40% de los expatriados considera que la empresa no les ha preparado para afrontar las tareas y la vida en el exterior. Sólo uno de cada cinco expatriados cree que la preparación ha sido buena y los datos más directos se refieren a algo tan básico como el conocimiento de lenguas. El 40% de los empleados no ha recibido cursos de formación y el 58% de las familias en el extranjero tampoco. Toda una pérdida, porque el 75% de los que han salido a sus nuevas ocupaciones con esta preparación consideran que es bueno para la adaptación al país al que han sido trasladados, para ellos y para su familia.
A pesar de los mitos que normalmente lleva implícita la vida del expatriado, el 50% de los encuestados cree que sus compensaciones y beneficios sociales son favorables o iguales a los de su país de origen, pero todavía hay un 40% que sin embargo no lo considera así y tiene quejas de su seguro de vida, sanitario y permisos de enfermedad, entre otros.
Enrique León: 'No quieren perder sus derechos'
El problema del retornado es mucho mayor que el del expatriado, por la falta de adaptación, según explicó el abogado Enrique León durante su intervención en el seminario Negocios en América Latina. Uno de los problemas se deriva de la fiscalidad. 'Una misma persona se ve golpeada por dos normativas, no sabe dónde tiene que pagar sus impuestos', explica.
En algunos casos, los expatriados son contratados por empresas filiales y no saben si van a perder su antigüedad, las cotizaciones en la Seguridad Social. 'En definitiva, tiene miedo a perder los derechos consolidados'. Y señala que ahora mismo trasladar a un profesional fuera de España supone 'una mayor proyección para éste'.
Y añade que las distancias se han acortado. 'No es lo mismo que hace 20 años, antes cuando las comunicaciones no estaban tan desarrolladas se incentivaba al directivo de una manera tremenda, y todo eso está cambiando', explica León, quien apuesta por incentivar a los profesionales que salen fuera de España, no a la carta sino a través de módulos especiales. De esta manera se evitan malentendidos a la vuelta.
Antonio Santamaría: 'Cuando vuelven exigen lo mismo'
Según explicó Antonio Santamaría, responsable de la división internacional de Indra y un centenar de profesionales repartidos por distintos países, en el seminario sobre negocios en América Latina, organizado por el despacho de abogados Baker & McKenzie y el Instituto de Empresa, la teoría y la práctica son muy distintas. 'Cuando se marchan se van en unas condiciones muy buenas, mucho mejores que las que tenían en España, y cuando vuelven exigen los mismos privilegios y requisitos que cuando estaban fuera y no encuentran su lugar dentro de la empresa ', explica.
El principal problema de los expatriados es saber adaptarse al puesto de trabajo que se le ofrece una vez que ha regresado a la empresa.
A pesar de los problemas y del rechazo que tienen los profesionales para salir de España, cada vez más gente, en opinión de Santamaría, está dispuesta a marcharse fuera de España. 'En Indra hemos puesto como parámetro para desarrollar una carrera profesional como directivo pasar un mínimo de cinco años en el extranjero', agregó.