Merrill Lynch consigue más tiempo para negociar con el fiscal de Nueva York
El fiscal de Nueva York Eliot Spitzer ha admitido que ha dado más tiempo a Merrill Lynch para tratar de llegar a un acuerdo sobre el que hay todavía mucho que transigir. Ejecutivos y analistas de la firma no tendrán que acudir ante el juez a testificar hasta el día 23 de mayo, cuando estaba previsto que lo hicieran ayer.
No es la primera vez que se consigue un aplazamiento porque la primera comparecencia, que nunca se ha llegado a producir, estaba planteada para el pasado 9 de mayo. Este retraso se ha conseguido porque desde la oficina de la fiscalía se prefiere llegar a esta audiencia con el acuerdo bajo el brazo. Aunque éste no se llega a cerrar, desde esta oficina se está satisfecho con los progresos que se han hecho en el último mes. Dentro del acuerdo se espera que se incluya una multa por valor de 100 millones de dólares (109,8 millones de euros)
Sin embargo, el acuerdo no es inminente. En una intervención televisiva de quien se está convirtiendo en uno de los rostros más reconocidos del mundo financiero en los últimos meses, Spitzer, dijo ayer que cada vez que se avanza en un punto se retrocede en otro porque las conversaciones son muy complicadas. Lo cierto es que hay áreas sobre las que no se quiere transigir y que están complicando el éxito de este acuerdo.
En primer lugar, el fiscal quiere que desde Merrill Lynch se reconozca que se obró mal. La entidad debe reconocer que sus analistas de alta tecnología, en especial los del grupo dirigido por Henry Blodget, emitían recomendaciones de compra de valores de empresas que mantenían una estrecha relación con la división de la banca de inversión de la entidad, pero que luego eran calificados privadamente como 'basura'.
Pero si desde Merrill están poco dispuestos a reconocer los posibles conflictos de intereses, menos interés tienen todavía en el segundo punto que Spitzer considera innegociable: la desvinculación de las pagas de los analistas de los negocios hechos por sus compañeros de empresa en la banca de inversión.
Esta separación no se reducirá sólo a Merrill Lynch, ya que Spitzer quiere que sean todas las firmas de Wall Street las que adopten estas pautas de trabajo. En una entrevista con Bloomberg, el fiscal de Nueva York aseguraba que el cambio en el negocio bancario se puede hacer 'sin necesidad de reestructurar' todo el negocio. Muchos en el sector creen que las aspiraciones de Spitzer son utópicas y de momento lo único que ocurre es que la desconfianza generada se ha saldado con una descapitalización de las empresas investigadas.
Spitzer se ha pasado más de un año investigando el papel de los analistas en la última burbuja de Wall Street, que ha afectado a miles de inversores. Además de Merrill Lynch está investigando a otras seis firmas.