Eroski busca el lado solidario del consumidor
Gran parte del millón de clientes diarios de los hipermercados Eroski y de los supermercados Consum tiene buen corazón y compra alimentos para entregarlos a una organización no gubernamental (ONG) llamada Fundación Banco de Alimentos, que se encarga de distribuirlos entre las familias necesitadas.
A la entrada de cada centro de Eroski y de Consum, los voluntarios de la ONG entregan al cliente una bolsa que puede rellenarse con 25 productos básicos no perecederos. Los preferidos por los consumidores son las legumbres (alubias, garbanzos y lentejas), macarrones, arroz, azúcar y, en menor medida, aceite.
Eroski fue la primera gran empresa en suscribir el acuerdo y la relación entre ambas entidades se remonta al año 1996. Desde entonces, el grupo se ha comprometido a aportar la misma cantidad de alimentos que han elegido los compradores, lo que en la práctica se traduce en 60.000 kilos en cada una de las campañas. La última iniciativa hace el número 12 y en conjunto habrá supuesto la recolecta de 700.000 kilos.
La cooperativa presume de ser 'la única compañía que cuenta con una estructura nacional para implicarse en campañas periódicas, que no se realizan de forma puntual'. Los motivos que mueven a la empresa a actuar de modo solidario se encuentran en que 'los trabajadores somos propietarios de la compañía, lo que nos impulsa a identificarnos con la sociedad en la que nos movemos', según un portavoz.
Para materializar esta buena voluntad, la empresa destina el 10% de sus beneficios a acciones sociales, lo que en los cinco últimos años equivale a entre 15 y 18 millones de euros. 'Tenemos asumido un determinado nivel de responsabilidad social y actuamos en tres áreas diferenciadas: información al consumidor, medio ambiente y solidaridad', aseguran.
En los siete últimos años, Eroski ha realizado dos campañas anuales en los meses de mayo y noviembre, este último coincidiendo con una de las fechas de mayor sensibilidad, la navidad. La reacción del consumidor 'es generosa', según los mentores de la campaña y en ella no puede hacerse distinción de sexo o edad.
La idea en la que se basan los bancos de alimentos nació en EE UU en la década de los sesenta, cuando John Van Hengel participó en la recogida de frutas organizada por una institución asistencial y encontró a una madre de nueve hijos que le contó que alimentaba a su familia recogiendo las viandas que nadie recuperaba. Van Hengel organizó una red de voluntarios y en 1967 nació en Fénix el primer banco de alimentos. Un holandés trasladó a Francia el plan en 1983 y al año siguiente se inauguró en París el primer organismo, al que sucedieron los de Bélgica y España.