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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nueva etapa en el BBVA

El consejo de administración del BBVA marcó ayer el inicio de una 'nueva etapa', la misma que el máximo organismo del banco quiso inaugurar en la junta de accionistas del pasado 9 de marzo, pero que el estallido del escándalo de los fondos secretos obligó a aplazar. Al nombramiento previamente anunciado de Ricardo Lacasa se unió ayer la incorporación como consejeros de Susana Rodríguez Vidarte, decana de la Facultad de Económicas y Empresariales de Deusto, y de Román Knörr, presidente de Confebask.

Los dos nuevos consejeros vascos son un guiño tras la completa desaparición en la administración del banco de una mayoría formada por las familias tradicionales que crearon e impulsaron tanto el Banco de Bilbao como el Banco de Vizcaya, ejes de lo que es hoy la segunda corporación financiera de España y una de las punteras de Europa. Pero lo que destaca del nuevo BBVA es que su consejo de administración está integrado por tres cargos ejecutivos (el presidente, el consejero delegado y el secretario general), 11 independientes y un solo representante del capital, el designado por el accionista Telefónica. Para completar el consejo falta aún el nombramiento de 'dos o tres independientes'. Al menos uno de ellos será estadounidense.

El reconfigurado consejo del BBVA debutará hoy con la presentación de los resultados del primer trimestre, que, según los analistas, reflejarán un crecimiento de los beneficios de poco más del 5%. El porcentaje es moderado, pero no malo si se tiene en cuenta el impacto en las cuentas de la crisis de la filial argentina y que no se aleja del objetivo de crecer este año en torno a un 6%.

Entre los deberes marcados por el presidente, Francisco González destaca la creación de una comisión temporal integrada por cuatro consejeros, encargada de elaborar un nuevo código de gobierno corporativo del BBVA. El objetivo, para superar todas las sospechas y las malas prácticas destapadas con el escándalo de las cuentas secretas, es ir 'más allá' del Código Olivencia con la incorporación de las prácticas más ejemplares en la administración de las sociedades multinacionales. La otra aspiración, no explicitada, es que la investigación penal abierta por el juez Garzón quede limitada a los ya ex administradores y no implique a ninguno de los integrantes de la actual cúpula. Si no fuera así, habría que volver a empezar.

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