Un turismo más europeo
Los ministros comunitarios de Mercado Interior deberán aprobar, el próximo día 21, una resolución que permita la coordinación de todas las políticas que afectan al turismo. Este es, sin duda, el logro más importante de la reunión informal que los responsables de turismo de los Quince han celebrado durante el fin de semana en Santander. Un consejo de ministros sin carácter decisorio, pero que va a suponer el inicio de una nueva etapa para el sector. Es la primera vez que se consigue el consenso dentro de la UE para crear un marco de cooperación, que permitirá defender con mayor eficacia los intereses del sector.
El turismo aporta el 7% del PIB en el conjunto de la UE (el 12% en el caso de España) y da empleo a más de 20 millones de personas en los Quince, cifras que le convierten en el primer sector económico de Europa. Pese a ello, las diferencias entre los Estados miembros han impedido hasta la fecha la puesta en marcha de una política comunitaria. De modo que el sector sufre el impacto de otras muchas políticas comunitarias como transporte, energía, medio ambiente o protección al consumidor, pero sin poder participar en su diseño.
Esta discriminación real es la que se pretende ahora corregir integrando la voz y los intereses del turismo en la adopción de las políticas comunitarias y poniendo las bases para conseguir un verdadero mercado interior. El reforzamiento del papel del Comité Consultivo del Turismo Europeo y la organización de una reunión anual del Foro del Turismo Europeo, acordadas también en Santander, vienen a reforzar este nuevo marco de cooperación en cuya consecución la presidencia de turno española ha jugado un papel fundamental, asumiendo el papel de liderazgo que le corresponde por su importancia como destino turístico y por el peso que tiene esta actividad en la economía.
Pero, además de la coordinación, el turismo europeo tiene pendientes otros desafíos, que no han pasado inadvertidos en Santander, pero cuya resolución supera la voluntad de los Gobiernos. Los acontecimientos derivados del 11 de septiembre y la pérdida de cuota de mercado de Europa como destino turístico en los últimos años exigen un diálogo fluido y permanente entre las Administraciones públicas y el sector privado para reforzar la competitividad, mediante la implantación del concepto de calidad total. Una calidad que afecte no sólo al servicio derivado de la actividad turística propiamente dicha, sino también a las infraestructuras, el medio ambiente o los servicios públicos.
Sólo así se conseguirá mantener a Europa como primer destino turístico internacional y consolidar la recuperación del sector que se observa en los datos del primer trimestre. Un esfuerzo al que el propio sector debe contribuir con una moderación de precios, de forma que se evite la repercusión directa en el cliente de los costes de la inversión en calidad y que no se ponga en riesgo el objetivo marcado por los Gobiernos europeos en materia de inflación.