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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crecimiento engañoso

Aparentemente, la economía de Estados Unidos superó pronto el trauma del 11 de septiembre. Según informó ayer el Departamento de Comercio, el PIB estadounidense creció un 5,8% en el primer trimestre del año. Es el mejor dato en dos años y supera en un punto porcentual la ya optimista previsión media de los analistas. En la Bolsa de Nueva York, los inversores apenas pestañearon y los índices cerraron con uno de los peores balances semanales en seis meses, porque los resultados y previsiones de las empresas siguen siendo bastante pobres (ayer dieron malas noticias el grupo Walt Disney, el fabricante de sistemas de seguridad informática Verisign y el gigante de los cereales General Mills). Además, tras el gigantismo del dato de PIB publicado ayer se esconden detalles que invitan a la cautela.

Para empezar, un 3,1% del crecimiento total contabilizado en los primeros tres meses del año es achacable exclusivamente al fuerte declive registrado en la liquidación de inventarios de las empresas. El otro motor de crecimiento fue, una vez más, el gasto de los consumidores. Excluyendo ambos apartados, el crecimiento fue sólo del 0,2%. Y los economistas auguran para los próximos meses tanto un declive en el ritmo de reducción de inventarios como una desaceleración del nivel de consumo privado.

Los datos del primer trimestre ya indican esta tendencia. La reducción de inventarios ascendió a 36.200 millones de dólares (a ritmo anual), frente a los 119.300 millones del tercer trimestre de 2001. El gasto de los consumidores creció un 3,5%, frente al 6,1% del trimestre anterior. Y el índice de confianza de los ciudadanos elaborado por la Universidad de Michigan ha caído en el mes de abril, debido a la creciente inquietud de los estadounidenses por el conflicto de Oriente Próximo y el encarecimiento de los combustibles.

Las tablas del primer trimestre reflejan, además, una caída en la demanda de bienes duraderos (que incluye los automóviles) y un nuevo declive de la inversión empresarial. Dos elementos que, según señala insistentemente el banquero central, Alan Greenspan, son críticos para que se consolide la reactivación económica. La agresiva bajada de tipos de interés aplicada por Greenspan (hasta dejarlos al 1,75%, el nivel más bajo en 40 años) y la bajada de impuestos promovida por el presidente George Bush seguramente conseguirán que EE UU salga de la recesión antes, incluso, de haber entrado técnicamente en ella. Pero un crecimiento constante de más del 4% como el registrado durante los noventa no parece previsible a corto plazo.

Tras el exuberante dato del primer trimestre, los economistas creen que el ritmo de crecimiento se estabilizará en torno al 3% o 3,5%. Un dato que palidece si se compara con el 8,3% de principios de 1999 (justo antes de que estallase la burbuja de las tecnológicas en Wall Street), pero que resulta más que respetable si se compara con las perspectivas de Europa y Japón.

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