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FUTURO
Columna
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Raya en la arena.

La despenalización fiscal al cambio de fondos de inversión es buena se mire por donde se mire. Santiago Satrústegui cree llegada la hora de que el mercado financiero demuestre su madurez

La eliminación de las trabas fiscales al cambio de fondos de inversión puede ser la medida que consiga definitivamente la modernización de nuestro mercado financiero en lo que se refiere a eficiencia, atención, servicio y preocupación por el inversor particular. Para ocho millones de españoles, que es el número aproximado de partícipes actualmente que invierten en este producto, la medida no tiene ninguna duda. Es buena se mire por donde se mire.

Para las gestoras que apuesten por la eficiencia, por el trabajo serio y por la orientación a las necesidades del cliente será también una medida incuestionablemente buena, sean pequeñas o grandes, nacionales o extranjeras, verdes o amarillas. Para los profesionales del asesoramiento financiero, hasta ahora encasillados, en mayor o menor medida, en la tarea de colocadores de productos en función de las campañas y de los intereses de la institución a la que representan, surge la oportunidad de convertirse en verdaderos consejeros financieros, generadores de valor añadido para los inversores. La labor comercial y de relación con el cliente puede dejar de ser un trampolín para pasar a otros puestos en las organizaciones financieras, para convertirse en una verdadera carrera profesional en sí misma.

Aumentará la cultura financiera, se racionalizarán las gamas de productos, habrá una verdadera competencia que sitúe en su justo nivel el precio de la gestión y el precio del asesoramiento... Incluso la merma de la recaudación que conllevará la medida es posible que se compense con la formación de una masa de ahorro privado que complementará un sistema de previsión público para la jubilación que está amenazado por una pirámide de población desfavorable. ¿Dónde está el fallo? Llevamos tanto tiempo acostumbrados a la comodidad de la situación actual que no nos atrevemos, como sector, a respaldar la medida sin matices y a trabajar por hacerla posible.

Las primeras reacciones de algunas gestoras avisan del peligro de que sea el mercado el que no quiera cambiar. Los argumentos que aluden a las dificultades técnicas de implementar la medida son muy débiles, sobre todo cuando estamos hablando de un sector que ha sido capaz de resolver cosas mucho más difíciles en menos tiempo.

Mucho menos meditadas son las amenazas sobre la aparición de las comisiones de reembolso en sustitución del freno fiscal. Como planteamiento de marketing no tiene desperdicio. Será interesante ver cómo compiten en un mercado abierto aquellos fondos que planteen cobrar comisiones de reembolso pasado un plazo mínimo de tiempo.

¿Riesgos? No creo que el problema sea que la medida no salga adelante. El planteamiento del vicepresidente segundo del Gobierno ha sido tan valiente como claro y estoy seguro de que sobra coraje para materializarlo, entre otras cosas porque una oposición frontal al mismo tiene muy mala venta, sobre todo cuando la movilidad afectaría también a depósitos y a seguros.

El riesgo está en la desnaturalización. Para que se consigan efectos positivos las ventajas no pueden limitarse a cambios dentro de cada gestora y la movilidad debería ser plena. Los segurfondos ya han demostrado que lo que busca el inversor no es comprar y vender fondos todos los días. La ventaja será poder elegir el proveedor más eficiente sin estar obligados a acertar en la primera decisión.

La plena libertad de elección es un derecho que deben tener los inversores españoles y a nuestro mercado financiero le ha llegado el momento de demostrar su verdadera madurez, apoyando incondicionalmente la medida planteada y trabajando para que sea posible aplicarla con la mayor efectividad posible. Emulando a Pizarro (Francisco), el ministro de Economía ha trazado una raya en la arena y desde luego Abante la cruza sin restricciones.

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