El FMI recomienda un aumento de precios del 2% para evitar la deflación
El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que las economías desarrolladas no deberían marcarse objetivos de inflación menores al 2% por el riesgo que conlleva a entrar en una espiral deflacionista. El Fondo pone como ejemplo a Japón de los problemas derivados de un crecimiento negativo de los precios y apuesta por que los bancos centrales asuman un papel más activo en evitar este riesgo.
El riesgo a entrar en una espiral deflacionista aumenta cuando los objetivos de inflación bajan del 2%'. Así de contundente se muestra el FMI en una advertencia que parece dirigirse directamente a Europa, donde el Banco Central Europeo (BCE) tiene el 2% como tope máximo de crecimiento anual de los precios y el control de la inflación como único mandato.
El organismo presentó ayer parte del informe de Perspectivas Económicas Mundiales que llevará a la reunión de primavera que celebrará a finales de la próxima semana en Washington.
El economista jefe del Fondo, Kenneth Rogoff, sostiene que en un entorno de baja inflación generalizado a nivel mundial, 'los objetivos de los bancos centrales deben ser más simétricos', para alcanzar un punto de equilibrio entre los problemas de una alta inflación con los derivados de la deflación.
A su juicio, el riesgo a un crecimiento negativo de los precios debe ser el punto de referencia para las rebajas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales. Y, según los economistas del Fondo, ese punto se encuentra en un crecimiento anual de los precios del 2%, aunque admite 'que una tasa inferior podría ser aceptable temporalmente si se acompaña de mercados dotados de suficiente flexibilidad'.
Para la mayoría de los economistas, esa sería la situación en la que se encuentra Estados Unidos, que actualmente cuenta con una tasa de inflación del 1,1% y tipos de interés del 1,75%, aunque en meses recientes ha incurrido en un coste real negativo del precio del dinero. A diferencia del BCE, la Reserva Federal tiene como mandato principal la promoción del crecimiento y, en menor medida, el control de precios.
Precisamente, el organismo atribuye buena parte del origen de la reciente desaceleración mundial a la política monetaria restrictiva aplicada por los bancos centrales a lo largo de 2000, en su empeño por controlar las presiones inflacionistas.
A su juicio, esta última desaceleración responde en mayor medida de lo previsto al patrón tradicional de las recesiones, con una sincronización del ciclo económico, la drástica caída de la inversión fija de capital y el auge previo de las bolsas.
Latinoamérica
El Fondo también centra la atención en el análisis de las crisis financieras en América Latina, cuya vulnerabilidad se ha visto exacerbada, en su opinión, por problemas de orden político e institucional.
La región se caracteriza por un alto endeudamiento externo, una baja capacidad exportadora y una gran volatilidad fiscal que el FMI atribuye a la debilidad de los sistemas tributarios en estos países y falta de control presupuestario.
No obstante, Rogoff subraya que los progresos realizados por estos países en la mejora de los sistemas fiscales y la flexibilización de los regímenes cambiarios permiten mantener un cauteloso optimismo sobre el futuro de la zona.