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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa acepta el desafío

La Unión Europea aprobó ayer créditos por valor de 450 millones de euros (el equivalente a casi 75.000 millones de pesetas) para la creación por la Comisión Europea y la Agencia Espacial de una empresa conjunta encargada de gestionar la primera fase del sistema de navegación por satélite Galileo. Los Quince saldan así sus diferencias sobre un proyecto tecnológico estancado desde hace dos años. Si el calendario previsto se cumple, Europa terminará dentro de seis años con el monopolio del servicio de localización por satélite que disfruta actualmente EE UU. Los satélites del sistema GPS, un proyecto de origen militar desarrollado por el Pentágono hace tres décadas, tendrán que compartir el espacio y la oferta de servicios con el rival europeo.

El alumbramiento de Galileo no ha sido fácil. Ha habido muchas maniobras en la sombra por parte de defensores y detractores. Pero el resultado es positivo. Se trata de lanzar una de las aventuras tecnológicas más ambiciosas que se ha fijado la UE. En pocas palabras, hay que poner en órbita 30 satélites. Se calcula que se generarán más de 40.000 empleos altamente cualificados.

El principal problema, no del todo despejado, es el de la financiación. Los más reacios a Galileo han sido los países contribuyentes netos al presupuesto comunitario, con el que se financiará en parte el proyecto, aunque la iniciativa privada deberá correr al menos con dos tercios del coste. Temen que, al final, sólo se consiga una enorme transferencia de recursos públicos al sector privado. Los defensores del proyecto (la Comisión Europea, sobre todo) han tenido que apoyarse en el argumento de la rentabilidad comercial del servicio, pese a que ahora EE UU lo ofrece gratis.

Finalmente, unos y otros han puesto el acento en lo verdaderamente importante, la necesidad de romper la dependencia tecnológica y militar de Europa respecto a EE UU y el retraso que va acumulando la UE. En cuanto a la financiación pública, no hay que olvidar que el sistema GPS estadounidense también se desarrolló con fondos del presupuesto de defensa. El titular español de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, que presidió ayer el consejo de ministros que decidió poner en marcha Galileo, explicaba que Europa no debe sentir 'ningún complejo por englobar en el conjunto de funciones democráticas de una sociedad soberana las de uso militar'.

El hecho es que Europa tiene que lamentar cada poco tiempo, sea a propósito de Bosnia o de Afganistán, su dependencia de EE UU en cuestiones militares y estratégicas, y va siendo hora de que empiece a poner remedio a la situación. La dependencia se hace extrema si se piensa que del GPS dependen ya aspectos de la vida cotidiana que van desde la retransmisión televisiva de carreras ciclistas hasta la localización de los taxis de Madrid en caso de accidente o atraco. Hay que felicitarse por el hecho de que la UE no renuncie a competir.

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