Fallece el Nobel James Tobin, que ideó la tasa que lleva su nombre
El Nobel de Economía James Tobin, autor de la propuesta de tasa a las transacciones internacionales de capitales que lleva su nombre, falleció el lunes a los 84 años, según informó la Universidad de Yale (EE UU), de la que era profesor emérito.
La influencia de Tobin en la economía mundial del último medio siglo ha sido notable y su popularidad entre los grupos antiglobalización es enorme como artífice de la tasa Tobin sobre los flujos de capitales a nivel mundial, que pretende combatir las oscilaciones en los mercados de valores y ayudar a la estabilidad de los tipos de cambio.
Este impuesto, según lo concibió Tobin, no debía exceder el cinco por mil del valor de las transacciones y su recaudación iría destinada a la prevención de las crisis y a la cooperación en el desarrollo.
Aunque la UE manifestó su intención de estudiar la propuesta, pocos economistas creen que llegue a aprobarse. El propio Tobin señaló en su momento que era inaplicable con el actual estado de cosas en materia económica, ya que implicaría su aceptación por parte de la totalidad de los países del mundo. Además también exige la cooperación de bancos, fondos y otras instituciones privadas que hacen transacciones diarias de miles de millones de euros a clientes dispersos por todo el mundo.
En los últimos años, la idea de Tobin ha tomado fuerza propia y los movimientos antiglobalización la han recuperado como una opción para combatir la especulación y ayudar a los países del tercer mundo.
Tobin, que ha escrito decenas de libros sobre economía, así como multitud de artículos, se graduó con summa cum laude en Economía en la Universidad de Harvard en 1936, donde estudió con economistas de la talla de Wassily Leontief y Joseph Schumpeter. Su brillante carrera siempre partió de que las políticas económicas afectan a la vida cotidiana de las personas.
Fue asesor del presidente John Kennedy y, en 1981, mientras se destacaba por sus críticas a la Administración Reagan, fue galardonado con el Nobel por su 'análisis de los mercados financieros y sus relaciones con las decisiones de gasto, empleo, producción y precios' y porque sus estudios no se limitaran 'sólo al dinero'. Según uno de sus colegas en Yale, 'Jim nunca dejaba que perdieras de vista que la razón última para estudiar teorías es hacer del mundo un lugar mejor'.