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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El segundo siglo de UGT

Hoy arranca un nuevo congreso de delegados de la Unión General de Trabajadores (UGT), que tratará de sentar las bases del sindicalismo socialista del siglo XXI en España. La UGT llega a esta reunión recuperada de las dificultades en las que se vio envuelta por la quiebra de su modelo de servicios inmobiliarios (PSV) a principios de los noventa y con los niveles de representación, afiliación y respaldo social que contaba antes de aquella crisis. El descrédito financiero y de confianza que generó entre sus seguidores y sus interlocutores en aquellos años ha sido superado, para su bien particular y para el general. Las relaciones económicas e industriales, así como el equilibrio social del país, está más garantizado con dos sindicatos fuertes que con centrales debilitadas.

Tras más de un siglo de andadura, la central reafirma su credo socialista y de clase, pero sin olvidar los cambios operados en la estructura social y económica de España y de toda Europa, que precisan nuevas fórmulas de defensa de los derechos sociales en una era en la que el trabajo se orienta cada vez más hacia el sector terciario, el más refractario a la sindicación.

En los planteamientos que se discutirán hasta el sábado en el Congreso Confederal de la UGT, además de conservar el compromiso político con los derechos sociales y su mejora, está muy claro que el principal problema es el paro y el subempleo, y que estos sólo se remedian con generación de nuevo empleo. Para ello, UGT mantiene la práctica de la moderación salarial, siempre a cambio de compromisos de nueva ocupación o cualificación laboral, junto a fórmulas como reajustes de la jornada que compatibilicen trabajo, ocio y cuidado de los hijos.

Estos planteamientos hacen pensar que el diálogo y la búsqueda de soluciones negociadas al déficit de empleo y superávit de paro que tiene España van a estar en la práctica del sindicato socialista los próximos años. Así como que los errores del pasado, como el aislacionismo en materia de pensiones y jubilación, no se van a reproducir en el futuro. Sugieren también que el recurso a la movilización, agitado por desgracia en demasiadas ocasiones estos años, no va a ser práctica común. Y que la paz social, un activo de importancia trascendental para desarrollar una política de moderación de costes y de generación de empleo, está garantizada.

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