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Ejecutivos

El decálogo empresarial de Bush defrauda

El presidente quiere que se mejore el gobierno de las compañías, pero sus propuestas no terminan de convencer

El caso Enron ha desatado una furia legisladora difícil de entender en un país en el que el partido en el Gobierno, el republicano, mantiene la tesis de que cuanto 'menos Estado, mejor'. Pero la escena económica en la que se hacen estas declaraciones no es siempre tan complicada como la actual ni el presidente de ese Gobierno ha sido amigo íntimo del presidente (Ken Lay) de una compañía (Enron) que ha desestabilizado el sistema.

Así las cosas, el pasado jueves el presidente de EE UU, George Bush, unió la suya al cúmulo de propuestas que han surgido para tratar de mejorar el gobierno de las empresas y el buen hacer de la auditoría. Con la preocupación de que estas iniciativas multipliquen el número de demandas en un país muy acostumbrado a litigar, Bush dijo que era importante aportar remedios cuando son necesarios, 'sin invitar a la vez a caer en las demandas que explotan problemas en vez de solucionarlos'.

Entre las 10 propuestas presentadas por el presidente, figuran la obligación de los ejecutivos a devolver pagas ligadas a beneficios cuando éstos tengan que ser reformulados, incluso aunque sea por error. Además, y con respecto a estos altos ejecutivos, si se prueba que han abusado seriamente de su poder o han cruzado los límites de conducta que se les exige desde su puesto, la SEC les podrá inhabilitar para cualquier cargo semejante en otra empresa, con más rapidez que hasta ahora. Actualmente la SEC debe pedir antes autorización a un juez.

Las propuestas de Bush pasan también por una más rápida información de las transacciones con opciones hechas por los ejecutivos, la creación de un regulador de la contabilidad de las empresas regulado por la SEC y que las informaciones públicas se haga en 'claro inglés' para que lo entiendan todos los inversores.

La iniciativa del presidente, sin embargo, no ha convencido a los que creían que se estaba en el inicio de una renovación desde la raíz de los problemas que el caso Enron ha ido evidenciando con su aparatosa caída. Y es que al plan se le ha criticado más por lo que no tiene que por lo que tiene, aunque no se ha dejado escapar el detalle de que las propuestas son vagas y ni siquiera se especifica qué se puede considerar como 'abuso' por parte de un ejecutivo. La Casa Blanca no ha puesto negro sobre blanco algunas de las propuestas hechas desde el departamento del Tesoro de Paul O'Neill.

Tampoco se entra en los conflictos que puedan generar las actividades de consultoría y auditoría por las mismas firmas, algo por lo que viene abogando desde hace años el ex presidente de la SEC, Arthur Levitt. La preocupación por las posibles demandas ha dejado al margen de la iniciativa presidencial elevar el listón de la conducta de un ejecutivo para justificar denuncias.

Una de las sugerencias del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, de contabilizar las opciones sobre acciones como un gasto (como los salarios) también ha quedado fuera.

Muchas de las iniciativas presentadas por el presidente son calcadas de las que han hecho otras autoridades como la SEC. Sin embargo, su máxima autoridad, Harvey Pitt, está más que disgustado con la Casa Blanca porque entre las propuestas de Bush no figura un aumento del presupuesto de este organismo. Pitt había solicitado 91 millones de dólares más en su presupuesto de 467 millones para incrementar plantilla y subir sueldos. Desde el Gobierno se ha permitido una subida de las cuentas de este organismo de 15 millones, que se invertirán en la contratación de más abogados y consultores.

Para la subida de sueldos se han pedido más explicaciones.

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