Washington descarta implicarse más en la crisis de Oriente Próximo
La peor oleada de violencia en Oriente Próximo en más de 17 meses no mueve a Estados Unidos a jugar un papel más activo en la crisis de la región. El presidente de EE UU, George Bush, trasladó ayer a su homólogo egipcio, Hosni Mubarak, que en las actuales circunstancias carece de sentido tratar de impulsar nuevas negociaciones de paz, por lo que trasladó a los propios israelíes y palestinos la búsqueda de soluciones al conflicto. Una tesis que, ante una espiral imparable de violencia como la que atraviesa la región, resulta impensable.
La implicación efectiva de EE UU en la crisis es vista por muchos analistas de uno y otro lado del Atlántico como la única posibilidad de parar lo que se ha convertido en una sucesión constante de ataques por uno y otro bando. Bush hizo que esta esperanza ayer se esfumara.
Según el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, el líder palestino, Yasir Arafat, necesita hacer mucho más para atajar la violencia por parte de los grupos radicales que se han responsabilizado de los ataques suicidas contra Israel. Mubarak, por su parte, pidió el fin del confinamiento de Arafat.
Pese a las demostraciones de fuerza y a las cuestionables actuaciones, cuando menos desde el punto de vista de la legalidad internacional, por parte de Israel, Washington defiende como incuestionable la política de su principal aliado en la región bajo el argumento de que Israel es una democracia que se defiende de ataques terroristas. Bajo ese esquema, por tanto, corresponde a los palestinos el cese de la violencia como muestra de su voluntad de negociación.
La realidad, sin embargo, ofrece un escenario distinto. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, decidió ayer aumentar la presión militar sobre Arafat e intensificar las operaciones contra las infraestructuras de la Autoridad Nacional Palestina.
A primera hora de ayer, dos ataques suicidas de integristas palestinos se cobraron la vida de cuatro israelíes en sendos ataques en Tel Aviv. Posteriormente, una mujer israelí fue tiroteada en su coche en Belén. Como represalia, helicópteros hebreos llevaron a cabo ataques contra posiciones palestinas en Gaza, Nablús y Ramala. Según la policía israelí, tres activistas de Al Fatah resultaron muertos en estas incursiones y otros dos activistas murieron al estallarles el dispositivo que manipulaban. En total, otros nueve muertos en una jornada de intensa violencia a la que tampoco la propuesta saudí de paz para la región parece que vaya a poner fin en los próximos días.