Reinventar la banca en Internet
Francisco Mora repasa la evolución de la banca desde la aplicación de las innovaciones tecnológicas. El autor defiende las ventajas de Internet para aquellos banqueros que sepan adaptarse a los cambios
Las mercancías virtuales y sin fronteras son la quintaesencia de los negocios en Internet, y así son la mayoría de los productos y servicios bancarios. La banca es, además, un negocio que se dedica a mover información, por lo que ha encontrado en las nuevas tecnologías la ventaja añadida de poder manejar y comunicar grandes volúmenes de datos con costes operativos muy reducidos. Desde el verano de 1997 la banca opera en Internet, y lo hace de manera fiable y eficaz, pero el éxito se les resiste y el futuro de los bancos online está repleto de nubarrones.
En España el negocio bancario estuvo siempre protegido por una gran base de clientes con una información deficiente y por altas barreras de acceso (la ficha bancaria que otorga el Banco de España), dos pilares que empezaron a tambalearse con la llegada de Internet, una herramienta que democratiza asombrosamente la información y que reduce las barreras de acceso, hasta el punto de permitir que hagan banca empresas industriales como BMW y Sony.
Esa nueva competencia, vista como una revolución y no como una evolución, llevó a los bancos tradicionales a implantar estrategias agresivas, con poderosos portales propios en la Red o creando bancos filiales 100% Internet, cuando no ambas cosas. Y todo eso se hizo muy deprisa, dominados por la idea de que en los negocios de Internet el que no vuela, y sólo corre, pierde el tren.
Pero tampoco hay que ser más veloz que el tren, que es lo que ha sucedido. Cambiar las costumbres lleva tiempo y la confianza en la Red, y más si de dinero se trata, se adquiere poco a poco. Por eso la mayoría de las personas siguen valorando más el contacto directo con el bancario que la comodidad y prefiere soportar la cola del banco a coger el ratón.
La sociedad, y no sólo la española, no ha reaccionado al ritmo esperado por los pioneros de la banca online. El mercado no ha retribuido el esfuerzo y los bancos innovadores están teniendo que reinventar su nuevo negocio, y lo hacen volviendo hacia el pasado, a pesar de las ventajas que Internet ofrece con sus costes de gestión más reducidos y un servicio 24 horas todos los días del año.
La oferta de productos y servicios fuera de las oficinas no es algo nuevo, pues el trato directo con el cliente lo rompió la banca telefónica, pero los canales de distribución no se sustituyen entre sí y sólo son complementarios. A través de Internet es imposible obtener dinero físico, y cosas como ésta hacen que sólo una de cada tres personas esté dispuesta a abrir una cuenta en un banco de Internet y que sólo una de cada cien contemple la posibilidad de que ese sea su canal bancario exclusivo.
El multicanal, incluyendo ahí a Internet, es el modelo. Los bancos online puros españoles, como Patagon, Uno-e y Bancopopular-e, han tenido que reconocer que su principal canal de captación de nuevos clientes es todavía el teléfono y han dejado de darle la espalda a las oficinas bancarias de ladrillo.
En el camino, han sucedido cosas como éstas. En EE UU, el gigante Citicorp, en esto el más listo de todos, cerró hace más de un año el banco virtual que había lanzado, aunque al tiempo potenció su canal propio en la Red. En Europa ya hay una lista de bancos 100% Internet que han desaparecido, encabezados hace menos de un año por el suizo Y-o-u, o que han fracasado, como el irlandés First-e o el británico Evolvebank, de Lloyds, ambos bien conocidos por estas tierras. En España, los bancos de Internet han acampado entre la tinta roja, con Uno-e encabezando con poco más de 100.000 clientes la lista de las entidades con mayores pérdidas, mientras que el SCH entierra su onerosa aventura latinoamericana con Patagon, y Bankinter, el primer banco virtual en el mercado español, abandona su estrategia de volcar todo el banco a Internet tras admitir que sólo unos 700 clientes usaban Internet como canal único de comunicación con el banco.
Un banco de Internet puro no tiende a ser más rentable que uno tradicional. Además de asumir costes de implantación muy altos para captar cartera de clientes, su nivel más bajo de depósitos le obliga a recurrir en mayor grado al capital propio, lo que tiende a recortar la rentabilidad (ROE) de la banca virtual, y sus empleados, con una mejor formación tecnológica, tienen un coste más alto.
El fenómeno de la banca de Internet es todavía muy reciente como para efectuar una evaluación definitiva, pero sí hay bancos puros de Internet que son rentables, como el Netbank, de Atlanta, que buscó ser un banco en la Red pensando sólo en la Red, por lo que penaliza toda acción de sus clientes que les suponga incurrir en mayores costes e incentiva su comportamiento online. No es lo que sucede en España, donde el nuevo canal se sigue mirando con criterios tradicionales y donde ha faltado agilidad para corregir muchos errores de implantación.
La mayoría de los productos bancarios son digitalizables y por eso Internet ofrece grandes oportunidades. Los banqueros que sepan adaptarse al cambio son los que podrán transformar las finanzas online en un juego de suma positiva, en el que parten con ventaja las entidades más flexibles, con grandes carteras de clientes, una fuerte imagen de marca y que cuentan con el apoyo de redes de sucursales y de cajeros automáticos.