La bandera de las letras, a media asta
El mundo de las letras llora la muerte de Camilo José Cela, galardonado en 1989 con el Nobel por su visión provocadora de la realidad humana
Ejerció un oficio en el que no se cortó la coleta hasta el final, que le dio todo lo que pidió y más, sin duda alguna, de lo que hubiera merecido. Estas palabras adornaron el discurso de Camilo José Cela en el acto de entrega del Premio Cervantes en 1995. El escritor estaba a las puertas de cumplir 80 años y declaraba que a esa edad 'y caminando ya, en consecuencia, por el último recodo del sendero de la vida, se hacen sinceras las humildades; honestos, los propósitos, y circunstanciadas y serenas hasta las vanidades'.
Camilo José Cela falleció el pasado jueves en una clínica madrileña como consecuencia de una insuficiencia cardiopulmonar que padecía desde hacía tiempo. Era el último Nobel español, un premio que, como destacaba Miguel Delibes en un comunicado, vino a coronar una vida dedicada a la literatura y con el que se premiaba el renacimiento de nuestra narrativa tras la Guerra Civil.
El escritor dejó este mundo de forma discreta, quizás para compensar el exceso de polémicas que protagonizó a lo largo de su vida. 'Cela tenía una personalidad desbordante y existe el riesgo de quedarnos en las anécdotas por eso', recordaba el director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha. Controversia que, nadie duda, quedará sepultada bajo su legado cultural. Como afirmó la ministra de Educación, Cultura y Deporte, Pilar del Castillo, Cela 'nos deja de herencia una producción literaria extraordinaria, de reconocimiento universal'.
El autor de La familia de Pascual Duarte y La colmena nació en 1916 en la localidad coruñesa de Iria Flavia, de la que fue marqués por designación real (el lema del marquesado es El que resiste gana), en el seno de una familia burguesa. Tuvo una niñez dorada. 'Me hubiera apuntado a ser niño siempre', recordaba el escritor español más traducido después de Cervantes. El colegio le aburría, le expulsaron de cuatro en Galicia y Madrid, a donde se había trasladado con su familia a la edad de nueve años. En 1931 fue internado en el sanatorio de Guadarrama, enfermo de tuberculosis, reposo que aprovechó para devorar la obra de Ortega y Gasset y los clásicos españoles. En la Universidad, tres cuartos de lo mismo. Pasó por las facultades de Medicina, Filosofía y Derecho sin acabar ninguna de estas carreras. Cuando estudiaba para médico, prefería acudir a las clases de Literatura Española Contemporánea de Pedro Salinas, a quien confió sus primeros poemas, en la Facultad de Filosofía y Letras. La Guerra Civil interrumpió su vida universitaria, luchó en el ejército nacional, fue herido en el frente y hospitalizado.
Cela abordó desde muy joven todos los géneros literarios, poesía, novela, ensayo, artículos, obras dramáticas... 'Era el gran escritor del siglo XX, muy versátil, que ha cultivado géneros muy diversos, ha sido la cumbre de la prosa de la modernidad española, con fidelidad a la tradición literaria', según Jon Juaristi, director del Instituto Cervantes
En 1939, con 23 años, escribió su primer libro, un poemario de estética superrealista titulado Pisando la dudosa luz del día. Tres años después escribió su primera novela, La familia de Pascual Duarte -'cuando España estaba en plenas cenizas de la guerra', en palabras de García de la Concha-, un hito en la literatura española que ha sido traducido a más de 20 idiomas. Su publicación, como se ha recordado en los últimos dos días, no fue fácil, varias editoriales la rechazaron con excusas como que el argumento era demasiado terrible y podría tropezar con la censura. La historia se repitió con su segunda novela, La colmena, publicada en Buenos Aires en 1951. En alguna ocasión, Cela se reconoció como uno de los autores más censurados. 'A algunos escritores les gusta sentirse perseguidos y a mí me horrorizó siempre', declaró.
La experiencia no le impidió hacerse censor, 'para comer', aseguraría el Nobel con el paso del tiempo. Tuvo a su cargo la vigilancia de dos revistas religiosas y una farmacéutica. Con todo y con eso, la segunda edición de La familia de Pascual Duarte fue retirada de las librerías ese mismo año.
Después de una breve estancia en Inglaterra, en 1956 se instaló en Palma de Mallorca, donde residió más de 30 años. Allí fundó la revista Papeles de Son Armadans, en la que publicó algunos de sus textos, recuperó a escritores exiliados y acercó a corrientes de vanguardias internacionales, además de potenciar tendencias artísticas y literarias gallegas y catalanas.
En 1957 ingresó en la Real Academia de la Lengua. Ocupaba el sillón Q mayúscula. En estos momentos, era el miembro más antiguo y su vacante se suma a las de Pedro Laín Entralgo, Manuel Alvar, Rafael Alvarado y Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, duque de Alba.
En los años ochenta llegarían los reconocimientos literarios: en 1984, el Premio Nacional de Literatura por Mazurca para dos muertos; en 1987, el Príncipe de Asturias de las Letras, y en 1989, el Nobel de Literatura -el quinto escritor español distinguido con el Nobel tras José Echegaray, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre-, un galardón para el que venía siendo propuesto los siete años anteriores. 'Cuando me concedieron el premio Nobel, pensé que cuatro o cinco escritores españoles de mi generación lo hubieran podido recibir al mismo tiempo y aun antes y con mayor mérito y dignidad que yo', declararía Cela al recibir el Premio Cervantes.
En la ceremonia de entrega del premio Nobel, Cela bailó con Marina Castaño, con la que se casó tras conseguir el divorcio de su primera mujer, Rosario Conde, madre de su único hijo.
La concesión del Nobel interrumpió en buena medida su actividad creativa. En 1994 ganó el Planeta con La Cruz de San Andrés, pero se le resistía el Cervantes. Decepcionado, volvió a crear polémica asegurando que el galardón estaba 'cubierto de mierda'. Sin embargo, aceptó el premio cuando un año más tarde le fue otorgado. La última novela que publicó es Madera de boj (1999).
No de boj, sino de olivo es la madera que da sombra desde ayer a su tumba.