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REVOLUCIâN MONETARIA

Las Bolsas buscaron sin éxito la integración durante los tres años de euro virtual

La puesta en circulación de monedas y billetes en euros tendrá poca repercusión sobre el funcionamiento de los mercados financieros, que ya vienen operando con la moneda única desde enero de 1999. En los tres años transcurridos, los intentos de crear una gran Bolsa única europea han fracasado. La Bolsa paneuropea sigue siendo un sueño lejano.

El euro llega a los bolsillos de los ciudadanos con el mercado de renta variable europeo fragmentado. La única iniciativa de integración que ha prosperado ha sido Euronext, que unió en septiembre de 2000 las Bolsas de París, Amsterdam y Bruselas, a las que se unirá pronto el mercado portugués.

Su creación, sin embargo, ha sido interpretada como el reforzamiento de la Bolsa de París con la adición de otros mercados medianos o pequeños, y eso la enfrenta o separa aún más de las otras dos Bolsas (Londres y Francfort) que luchan por la primacía europea, mientras los otros dos mercados de importancia de la Unión Europea (la Bolsa española y la italiana) siguen sin decantarse.

"Un sentimiento precavido y pragmático respecto a la integración de los mercados financieros se ha extendido en el sector frente a lo que en su momento parecía ser una imperiosa necesidad. El proceso de integración va a continuar, pero el modo y tiempo de su plasmación son hoy más inciertos", señalaba recientemente Antonio Zoido, presidente de la Bolsa de Madrid.

Pese a los escasos resultados conseguidos, los movimientos de integración arrancaron antes incluso del nacimiento del euro. El primer paso lo dieron las Bolsas de Londres y Francfort en 1998. Su anuncio de creación de un mercado conjunto generó cierta incredulidad, pero desencadenó un movimiento en el resto de los mercados para subirse al tren antes de que arrancase. El 4 de mayo de 1999 los responsables de ocho grandes Bolsas europeas (Francfort, Londres, Madrid, París, Milán, Zúrich, Amsterdam y Bruselas) firmaron un acuerdo para crear la gran Bolsa europea, ratificado en septiembre de ese año.

Las Bolsas decidían adoptar un mismo modelo operativo e interconectarse para crear un mercado de mercados en el que poner en común sus valores más importantes. Al mantenerse la convivencia de los diferentes sistemas de contratación, surgían, sin embargo, dudas sobre la posibilidad de lograr economías de escala y abaratar los costes para los que operan en el mercado.

Pese a todas las dudas, las ocho Bolsas ratificaron su alianza y el compromiso de estar interconectadas en noviembre de 2000 incluso tras el acuerdo de marzo de ese año entre París, Amsterdam y Bruselas para fusionarse en Euronext. Pero Francfort y Londres trataban a su vez de reavivar su viejo acuerdo y semanas después anunciaban la creación conjunta de IX (International Exchange) e invitaban al resto de los mercados a unirse a la iniciativa. En París no veían por qué Euronext tendría que unirse al proyecto angloalemán -por el que también apostaron Madrid y Milán- y no al revés. Cuando parecían configurarse dos bloques, las reticencias de los miembros de la Bolsa de Londres a lo que interpretaban como toma de control alemana y la oferta hostil -luego fracasada- lanzada por el mercado sueco OM sobre el londinense terminaron de dinamitar no sólo IX, sino también el proyecto de Bolsa europea única. Las pasiones nacionales se imponían al deseo de un mercado integrado.

En paralelo, desde las instituciones de la Unión Europea se ha trabajado para la integración de los mercados. El hito más importante ha sido la adopción, pese a las reticencias del Parlamento Europeo, del procedimiento acelerado de regulación propuesto por el grupo de sabios presidido por Alexandre Lamfalussy. En todo caso, la flexibilidad para dotar Europa de un marco regulatorio adecuado es una condición necesaria para la integración, pero no suficiente.

 

Los mercados españoles avanzan hacia la fusión

Los mercados españoles afrontan la llegada del euro sumidos en un proceso de integración de cara a reforzar su posición frente a Europa. Las sociedades rectoras de las cuatro Bolsas españolas (Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia), el mercado de derivados MEFF, el de renta fija privada AIAF, la plataforma de negociación de deuda Senaf, la Central de Anotaciones del Banco de España y el mercado de derivados sobre cítricos firmaron el pasado 20 de junio un protocolo con el fin de constituir una sociedad holding que agrupe todas las entidades firmantes y que ac-túe como centro integrador del conjunto de los mercados, de modo que estos tengan una sola voz para su proyecto internacional.

La nueva sociedad, que en principio se llamará Bolsas y Mercados Españoles, será responsable de la unidad de acción, decisión y coordinación estratégica de los mercados españoles, desarrollando para ello las mejoras operativas, funcionales y estructurales que sean necesarias. "La agrupación de mercados nacionales permitirá una mayor eficacia en la toma de decisiones al existir una gestión unificada, así como, al aglutinar los recursos de todas las empresas, producirá un ma-yor desarrollo de oportunidades de negocio y de la tecnología, creando valor y ganando tamaño", explicaba recientemente Antonio Zoido, presidente de la Bolsa de Madrid. "Se trata de una estrategia de fortalecimiento local para enfrentarse a los retos supranacionales", concluía. Es un proceso que se ha abordado ya en mayor o menor medida en todos los países europeos salvo Reino Unido y España, donde hasta ahora la única integración ha sido la de Senaf, AIAF y MEFF.

La integración tendrá lugar por la puesta en común de las participaciones accionariales de los actuales socios de los diferentes mercados en la nueva sociedad holding, que resultará así propietaria del capital de cada una de las sociedades. Se trata, pues, de una fusión en toda regla, por más que la palabra haya querido evitarse en todas las manifestaciones y declaraciones.

Hay en el protocolo, no obstante, una salvaguarda para que las entidades individuales mantengan su identidad, su capacidad operativa, sus órganos de administración y sus equipos gerenciales y humanos. El establecimiento de las ecuaciones de canje de cara a la fusión se realizará a partir de las valoraciones que efectúen expertos independientes elegidos de común acuerdo entre las partes.

Camino despejado

Una enmienda introducida por el Senado en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales para 2002 ha despejado el camino legal para la fusión, prevista para ese mismo año, al permitir que las Bolsas y mercados secundarios se conviertan en sociedades unipersonales, es decir, con un solo socio, en este caso la compañía holding.

Según los datos barajados por los responsables de los mercados españoles, la nueva compañía alcanzaría unos beneficios brutos de unos 150 millones de euros. El volumen de negocio en acciones y renta fija suma 2,2 billones de pesetas (13.200 millones de euros), a los que sumar 22,5 millones de contratos de produc-tos derivados. Eso le daría un lugar destacado en el contexto europeo. El protocolo, según los firmantes, tiene una especial significación de cara a la posible salida a Bolsa de la nueva empresa.

 

Los fondos de inversión traspasan fronteras

Los fondos de inversión son ya perros viejos en esto del euro. Hasta el punto de que la llegada de la moneda úni-ca, mañana, al bolsillo de los europeos no afectará en absoluto a las instituciones de inversión colectiva, pues los valores liquidativos de las mismas llevan calculándose en euros desde el 1 de enero de 1999.

El vigor y la fortaleza financiera del sector han permitido, de hecho, que estos productos hayan traspasado fronteras con relativa facilidad, permitiendo a los partícipes españoles invertir sus ahorros en fondos de gestoras extranjeras. Ello ha sido posible gracias al denominado pasaporte europeo de los fondos, regulado por una directiva comunitaria del año 1985. El pasado 4 de diciembre, el Consejo Europeo daba el visto bueno a dos nuevas directivas sobre el sector que, entre otras novedades, amplía el marco del mencionado pasaporte.

La integración europea ha permitido, de esta manera, que aquel fondo que cumpla con los requisitos impuestos por el regulador de su país de origen pueda comercializarse en todos los países de la Unión Europea, simplemente notificándolo al regulador del país de destino.

Irrupción estadounidense

El pasaporte comunitario se ha convertido así en una herramienta fundamental para la entrada en Europa de gestoras extranjeras, principalmente estadounidenses. Las plataformas de lanzamiento, en este caso, han sido Luxemburgo y Dublín, dos centros financieros cuya ventajosa fiscalidad a la hora de crear sociedades de inversión mobiliaria de capital variable (Simcav) ha atraído de manera masiva el registro de fondos compartimentados. Hasta el momento, de hecho, la ven-ta transfronteriza de fondos se ciñe casi exclusivamente a estos dos centros financieros.

La nueva directiva, pendiente de aprobación en el Parlamento Europeo, da un paso más en este sentido para otorgar el pasaporte también a las gestoras de fondos. Ello permitirá que las entidades, una vez obtenido el pasaporte, puedan llevar a cabo su labor en otro país y vender por sí mismas sus productos.

Ello permitirá el nacimiento de un nuevo concepto, el de la gestora paneuropea, lo que permitirá a los grupos financieros unificar políticas de comercialización y marcas, bajo un mismo marco legal.

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