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REVOLUCIâN MONETARIA

Pymes, del miedo a la esperanza

Una de cada siete pymes españolas admite que todavía hoy no estará preparada para el euro y el 36% cree que la nueva moneda va a generar más inconvenientes que ventajas para su negocio

Mientras que las grandes empresas con presencia en los mercados internacionales han completado el proceso de adaptación al euro con suficiente antelación y hoy sólo les queda realizar el cambio en las nóminas, una gran parte de las empresas pequeñas y medianas ha esperado hasta el último momento, y una de cada siete pymes españolas admite que, todavía hoy, en el llamado día E del cambio -E de euro- no está completamente preparada pa-ra la nueva moneda.

La diferencia de hábitos y escenario del negocio es el origen de esta diferencia. Para las Endesa, Repsol o Telefónica, el euro no sólo permite simplificar los intercambios, eliminando los costes de conversión y el riesgo del cambio, sino que aporta una estabilidad que es imprescindible para mejorar su competitividad internacional.

Sin embargo, para las pymes industriales y el pequeño comercio, la visión de lo que significa la moneda única es muy difusa y, como destaca un reciente estudio de Coface Ibérica, la filial del grupo francés de créditos a la exportación Coface, gran parte de las mismas considera el euro "más como una molesta obligación que como una oportunidad".

Prácticamente ninguna pyme que no sea exportadora figura entre los entusiastas de la moneda única, y los resultados de la última encuesta del Consejo Superior de Cámaras de Comercio reflejan que todavía un 36% de los empresarios cree que la implantación del euro generará más inconvenientes que ventajas para su negocio.

Cuestión de supervivencia

Redondeos, conversión de precios, adaptación de los sistemas informáticos y contabilidad son graves problemas añadidos al discurrir cotidiano del negocio y de cuya correcta resolución va a depender la supervivencia.

El paso al euro apenas ha figurado entre las preocupaciones prioritarias de las pymes no exportadoras. La citada encuesta de las Cámaras muestra cómo a 31 de octubre, sólo dos meses antes de la entrada en vigor de la nueva moneda, el 56% de las empresas españolas reconocía que no estaban adaptadas al euro. Y de éstas, el 26% decía que no estarán listas hoy. Es decir, el 14,56% del total o una de cada siete empresas españolas.

Como siempre, con retraso y sin tiempo para comprobar posibles errores y solventar los riesgos de graves disfunciones en los sistemas informáticos, declaraciones fiscales, seguimiento de pedidos y tesorería o gestión de caja y nóminas. Unos fallos graves de funcionamiento que, como destaca el informe elaborado por Coface, podrían ocasionar "un descenso de la productividad y lle-var, en los casos más graves, a la declaración de quiebra".

La constatación de estos problemas y retrasos, que afectan por igual a todas las ramas de actividad -aunque con mayor incidencia a los servicios, y especialmente al comercio-, no es óbice sin embargo para que desde la Administración y las instituciones colaboradoras se anuncie una introducción del euro "sin grandes dificultades". La marcha atrás ya no es posible y, además, se espera que con la presencia física del euro aumente el número de adeptos.

El manejo de la nueva moneda debe servir también para que muchos pequeños y medianos empresarios empiecen a constatar las oportunidades que, a pesar de los problemas de adaptación, se abren con el euro.

Muchas pymes exportadoras empezarán a comprobar cómo la divisa común se convertirá en una herramienta eficaz para consolidar e incre-mentar sus mercados europeos por la supresión de los costes de transacción y la mayor transparencia y homogeneidad de precios en todos los países de la UEM. Se reducen, además, los riesgos de cambio y el tiempo empleado en los procesos de facturación, lo que redundará en sensibles mejoras de productividad.

 

Los precios y el coste de la adaptación

Los costes de la adaptación a la nueva moneda y el efecto de los nuevos precios en euros sobre los consumidores son otros de los interrogantes que se plantea no sólo el comercio, sino el pequeño y mediano empresario en general.

Recurriendo a la encuesta de las Cámaras de Comercio, último trabajo exhaustivo realizado, se observa cómo el 45% de las empresas reconoce que con menos de 1.502,53 euros (250.000 pesetas) ha podido adaptar su compañía a la nueva moneda, y sólo el 19% de las empresas -grandes en su mayoría- necesitó más de 6.010,12 euros (un millón de pesetas).

Respecto a los precios, la principal preocupación reside en la posibilidad de que los consumidores, temiendo un aumento de tarifas, reduzcan las compras en las primeras semanas del euro, que coinciden, además, con la festividad de Reyes y el periodo de rebajas. Para hacer frente a este riesgo, los empresarios y los comerciantes consideran que la doble indicación de los precios de los productos en euros y en pesetas es "uno de los mecanismos para mantener la confianza de los consumidores".

Un 82% de las empresas asegura también que mantendrá los precios de sus productos, aunque en la Administración hay serias dudas sobre ello.

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