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Deficiencias al medir el IPC restan casi un punto al aumento del PIB

La medición del PIB tiene un sesgo a la baja entre 0,5 y 0,75 puntos por las deficiencias en el cálculo de las mejoras de calidad en los bienes y servicios, según estima el Banco de España. Los precios de algunos bienes, como los ordenadores, tienen un sesgo que alcanza el 26%, con respecto a las estadísticas oficiales.

El Banco de España acaba de publicar un estudio en el que analiza los efectos de los sesgos de calidad en la medición de los precios. El análisis completa los trabajos anteriores realizados por varios investigadores en donde se reconoce el impacto que tiene en el índice de precios de consumo (IPC) la no inclusión de las variaciones de la calidad de los bienes.

No tener en cuenta esta circunstancia implica medir mal la inflación. De hecho, las técnicas estadísticas actuales no permiten discriminar plenamente qué parte de la variación observada en el precio de un producto se debe a una modificación en sus características, debido al progreso tecnológico, y qué parte refleja una variación pura del precio.

En el estudio, el Banco de España analiza los cambios de calidad en bienes muy influidos por el progreso tecnológico (ordenadores, automóviles y vivienda), encontrando sesgos muy importantes en la variación de sus precios. Para ello elabora sendos índices de precios hedóni-cos -tienen en cuenta las variaciones en la calidad de los bienes- y los compara con los índices de precios oficiales. Siguiendo estos pasos, la autoridad monetaria estima que el crecimiento medio del precio de los ordenadores se debería corregir a la baja en una tasa media anual del 26%; el de los automóviles y de la vivienda, en un 3%, si se quiere eliminar el efecto distorsionador de las mejoras de calidad. El sesgo en los ordenadores es evidente. El aumento de la potencia del procesador -asociado a la evolución de la industria de los semiconductores- se ha duplicado cada año y medio aproximadamente y el resto de los componentes del ordenador también han mejorado de manera extraordinaria. En consecuencia, los ordenadores disponibles hoy en día muestran amplísimas diferencias con los de hace unos años, con prestaciones que entonces no eran posibles.

En el caso de los automóviles y la vivienda, las mejoras de calidad también han sido indiscutibles, aunque de menor intensidad. Para las viviendas, el Banco de España ha introducido para el cálculo de precios hedónicos características generalmente no observadas, pero relevantes, como la proximidad de éstas a los servicios, el transporte, el tráfico y la calidad de los materiales de construcción.

Pero los sesgos de calidad no sólo afectan a la medición de los precios. También influyen en el cálculo de los agregados macroeconómicos (entre ellos, el PIB), ya que en su cuantificación se tiene en cuenta la evolución anual de los precios a través de un deflactor.

Macroagregados

El Banco de España ha realizado también este ejercicio, elaborando dos escenarios alternativos. En el primero de ellos (escenario A del gráfico) utiliza estimaciones en las que se han incorporado los cambios de calidad operados en el conjunto de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Se utiliza para ello como fórmula de agregación de resultados los índices estadísticos Laspeyres y de Fisher. El segundo escenario (más moderado) corrige a la baja de los sesgos estimados, reduciendo los riesgos de extrapolar excesivamente los resultados sectoriales al total de la economía. En los dos escenarios los resultados son sorprendentes. El Banco de España estima que el crecimiento medio anual del PIB real de la economía española a lo largo del periodo analizado podría estar sesgado a la baja en una magnitud que fluctúa en torno a medio punto (escenario B) y tres cuartos de punto (escenario A).

Es decir, si se incorporaran en la contabilidad nacional las mejoras en la calidad de los bienes y servicios, el crecimiento del PIB entre 1995 y 1999 (periodo analizado) sería entre 0,5 y 0,75 puntos superior al que reflejan las estadísticas oficiales. El sesgo es especialmente relevante en algunos agregados que componen el PIB, como la inversión, "donde la infraestimación podría estar entre 1,4 y 2,3 puntos porcentuales".

El impacto sobre el consumo es de menor intensidad, "unas tres décimas", dado que la importancia relativa de los sectores implicados en las correcciones es más reducida. La incidencia sobre los flujos con el exterior es también notable, "con valores que superan ampliamente el punto porcentual".

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