<I>Subidas de impuestos</I>
A la Asociación Nacional de Gobernadores de Estados Unidos (NGA) no le salen las cuentas. Si el Congreso federal aprueba los recortes de impuestos a las empresas que reclama el presidente George Bush, los Estados dejarán de ingresar miles de millones de dólares. Y sus presupuestos no están, ni mucho menos, para tirar cohetes.
La crisis económica ha drenado los ingresos fiscales de los Estados y la ley les prohíbe tener déficit (la única excepción a esta norma es Vermont). De los 50 Estados que integran el país, 44 han visto caer sus ingresos entre agosto y octubre. Una treintena ha recortado gastos y varios estudian aumentos de impuestos. Con lo cual, millones de ciudadanos pueden encontrarse con que tienen que entregar a la Hacienda estatal el dinero que reciban del Tesoro federal.
Los tesoreros estatales acaban de enviar una carta al Congreso en la que dicen que afrontan un déficit combinado de 15.000 millones de dólares y que el plan de estímulo fiscal debatido en Washington DC "puede elevar dramáticamente" esta cifra y obligarles a aplicar "significativos recortes presupuestarios que harán menos efectivo cualquier paquete de estímulo federal". Una pescadilla que se muerde la cola que afecta por igual a gobernadores republicanos y demócratas.
Carolina del Norte, que tiene como gobernador al demócrata Mike Easley, ha aprobado una subida de impuestos por valor de 620 millones de dólares. El republicano Bob Taft, de Ohio, quiere subir los gravámenes a las empresas en 465 millones de dólares porque su Estado afronta un déficit de 1.500 millones de dólares. El demócrata Frank O'Bannon, de Indiana, quiere subir los impuestos sobre el tabaco porque necesita cubrir un agujero de 1.300 millones de dólares.
Otros están probando todo tipo de fórmulas para reducir costes y elevar ingresos sin tener que recurrir a las denostadas subidas de impuestos. Carolina del Norte ha suspendido la reforma de la mansión del gobernador. Wisconsin ha congelado las contrataciones públicas y Connecticut prepara despidos. En Nueva York, que ha dejado de ingresar unos 9.000 millones de dólares desde los atentados de septiembre, acaban de aprobar la apertura de nuevos casinos a las tribus indias de los Catskills, Buffalo y las cataratas del Niágara. Con ello espera recaudar 1.000 millones de dólares en tres años.
Los Gobiernos estatales aprobaron recortes de impuestos por un valor combinado de 36.000 millones de dólares entre 1995 y el 2001. Ahora están atrapados entre la espada y la pared, porque si elevan los gravámenes fiscales frenarán el crecimiento económico y ello recortará aún más sus ingresos. Y algunos congresistas demócratas temen que el Gobierno federal caiga exactamente en ese mismo atolladero.