La crisis plantea dudas sobre el futuro de los bloques comerciales regionales
La crisis económica amenaza con echar el freno a los numerosos acuerdos comerciales en marcha a lo largo y ancho del globo. Si la integración comercial de diversos países ya resulta de por sí complicada, las dificultades derivadas de la desaceleración mundial y los crecientes riesgos económicos y financieros que conllevan entorpecen aún más el avance de las negociaciones.
El caso más claro es el del Mercado Común del Sur (Mercosur), formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El peso del bloqueo quedó mermado tras la devaluación del real brasileño en 1999, que le otorgó claras ventajas competitivas frente a sus socios. Ahora es Argentina la que corre el riesgo de llevar a cabo una devaluación, lo que dificultaría aún más las relaciones con el resto de sus socios.
Las divergencias en el seno del bloque dificultan la negociación de un acuerdo con la Unión Europea, algo que España se había marcado como objetivo para su presidencia (primer semestre de 2002), pero que prácticamente ya ha descartado.
De forma paralela se desarrollan las negociaciones para la consecución de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para 2005. Los países latinoamericanos exigen que la Administración estadounidense cuente con la autorización del Congreso para negociar acuerdos por la vía rápida (conocida antiguamente como fast track), lo que a día de hoy no parece probable.
Sólo China parece beneficiarse de la actual incertidumbre mundial. Su incorporación a la OMC en 2002 se ratificará en Doha y se observa con las grandes perspectivas que ofrece su mercado. Hace una semana firmó un acuerdo de libre comercio con los 10 países del sureste asiático agrupados en la Asean, con el objetivo de alcanzar la plena integración en 2010.
Los países del sureste asiático empezaban ahora a recuperarse de la crisis de 1997 y 1998 y la nueva desaceleración mundial les obligará a retrasar algunas de las reformas necesarias para su integración, prevista para 2002.