Greenspan lanza un mensaje de calma a consumidores y mercados
El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, intentó calmar ayer a consumidores y empresas con un discurso en el que se mostró "confiado en que nos recuperaremos y prosperaremos, como hemos hecho en el pasado". El banquero detecta ya algunos signos de reactivación, pero repartidos de forma muy desigual.
Los inversores de todo el mundo esperaban ayer con enorme interés la intervención de Alan Greenspan. Pero el banquero central estadounidense acudió al Congreso con un discurso muy parecido al que había pronunciado tras los ataques terroristas. Greenspan reconoció que "nadie tiene capacidad para valorar completamente los efectos que la tragedia del 11 de septiembre tendrán sobre la economía". Pero, como mínimo, retrasarán la recuperación.
Así y todo, el banquero dijo que las previsiones futuras para la economía siguen siendo buenas: "A largo plazo, las perspectivas de rápidos avances tecnológicos y el consiguiente aumento de productividad apenas se han visto dañados".
Tras el fuerte impacto inicial de los atentados algunas industrias ya han empezado a mostrar signos de reactivación. Pero Greenspan reconoció que buena parte de lo que ocurra dependerá de cómo se adapten ciudadanos y empresas a un entorno lleno de incertidumbres económicas y de seguridad.
Unas consecuencias todavía impredecibles. Mientras Greenspan intervenía en el Congreso, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes comunicaba que el Capitolio cerrará sus puertas hasta la semana próxima al detectarse carbunco (ántrax) en el sistema de ventilación.
Por ahora, los efectos de la ofensiva terrorista son claramente negativos: "Las tragedias del World Trade Center y el Pentágono" han hecho que consumidores y empresas muestren mayor aversión al riesgo. Ello ha generado "un abrupto ajuste de precios en muchos mercados para reflejar los previsibles costes de operar en lo que ahora reconocemos como un mundo hostil".
Pero el banquero cree que esta retirada ha sido sólo parcial y "probablemente será temporal". "Cuando hayan terminado, estos ajustes [en los precios de los activos y la adjudicación de recursos] no tienen por qué tener implicaciones para las perspectivas a largo plazo".
La productividad, que durante años sirvió de motor para un crecimiento récord no inflacionario, también sufrirá daños. Pero una vez superados, "los aumentos de productividad deberían volver a colocarse a niveles superiores a los del cuarto de siglo previo a 1995".
Sobre la política de tipos, el banquero reiteró lo que ya expresaba el comunicado de la Reserva Federal del pasado 2 de octubre: "La balanza de riesgos sigue inclinada hacia circunstancias que pueden provocar una mayor debilidad económica". Es decir, que habrá que seguir abaratando el precio oficial del dinero, como prevén muchos economistas.
El Congreso piensa complementar el estímulo monetario con un plan de incentivos fiscales que es promovido ardientemente por el presidente George Bush.
Greenspan está de acuerdo, pero cree que los legisladores deben tener cuidado para no excederse con bajadas de impuestos que pueden poner en peligro el equilibrio fiscal y disparar al alza los tipos de interés a largo plazo.
Además, opina que en este tipo de crisis las bajadas de tipos son más eficientes que los aumentos de gasto público o las bajadas de impuestos.
Aunque ninguna de las dos fórmulas ofrece plenas garantías: "En ningún momento he dicho que unas políticas fiscales y monetarias perfectas eliminarán los ciclos económicos". "Como mucho", añadió, "consiguen mejorar la situación".
Es decir, que lo más a lo que puede aspirar Estados Unidos es a suavizar el impacto de la crisis.