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GUERRA AL TERRORISMO

Los expertos temen que la guerra desate el proteccionismo

La apertura comercial y la internacionalización del capital y del trabajo marcaron los años noventa. Pero en la primera década del siglo XXI, marcada por el ataque terrorista a Estados Unidos, los mercados pueden asistir a un regreso (coyuntural) del proteccionismo. Algunos creen que eso es consecuencia del enfriamiento. Otros creen que la guerra al terrorismo y la búsqueda de la seguridad en detrimento de la libertad agudizará el cambio de tercio.

Libertad o seguridad? El ataque a Estados Unidos ha hecho que Occidente se plantee el modo de vida que ha caracterizado el periodo posterior a la caída del telón de acero. El mundo de los noventa estaba pensado para comerciar, desplazarse e invertir, no para hacer frente a terroristas. ¿Será capaz el atentado del 11 de septiembre de alterar el ritmo de la globalización?

"No lo creo", comenta Félix González, economista de Beta Capital. "Los países implicados hasta el momento no tienen peso económico y a nivel mundial se seguirá estimulando la competencia". No obstante, González admite que, como en todas las épocas de enfriamiento económico, pueden surgir tendencias proteccionistas. "No veo riesgo de reversión en la globalización, aunque dentro de la tendencia mundializadora puede haber acelerones y frenazos", concluye.

Tendencia invertida

Pero Mark Howdle, analista de Salomon Smith Barney, alertaba en su último informe estratégico de la posibilidad de que deje de funcionar uno de los motores de la Bolsa alcista: "Lo más verosímil es que la tendencia se invierta y que la mundialización se retire durante unos pocos años, en un periodo de confrontación activa contra el terrorismo internacional".

Desde la caída del bloque comunista, asegura, todas las economías del mundo se abrieron al capitalismo y el libre comercio.

En los años noventa, el dinero se movió con más libertad que nunca y, así, el capital fue más rentable que nunca. El rendimiento sobre el capital en los países del G-7 llegó al 16% en 1997. Joaquín Trigo, de la Universidad Autónoma de Barcelona, considera también que la internacionalización del capital puede frenarse en los próximos años: "La inversión extranjera es muy asustadiza. Cuando hay miedo, las empresas vuelven a casa, y será complicado establecerse- en países emergentes, sobre todo en la medida en que los directivos sean más reacios a trasladarse".

Pero, según Trigo, éste será un proceso transitorio, una fluctuación a la baja dentro de la tendencia globalizadora. No obstante, no cree que vaya a registrarse un ciclo proteccionista como consecuencia del atentado. "Estados Unidos se dará cuenta de que no puede cerrarse a las importaciones procedentes de países, como, por ejemplo, Pakistán, porque las desigualdades y la pobreza extrema son el caldo de cultivo de los terroristas. El proteccionismo siempre estará ahí, se busca sus excusas y no creo que los atentados cambien las cosas".

Joan Bonet, de Crédit Suisse, considera que el comercio internacional va a notar los efectos de la guerra contra el terrorismo tanto por los problemas derivados del aumento de la seguridad y de la aversión al riesgo como por un mayor proteccionismo. "Países con cultura proteccionista, como EE UU o Japón, pueden encontrar en la búsqueda de la seguridad la excusa para imponer barreras comerciales. Además, siempre que hay ralentización económica surge el proteccionismo".

Los expertos coinciden en sus apreciaciones con algunos viejos conocidos de los foros internacionales. El ex secretario del Tesoro de EE UU Robert Rubin (quien desde los ataques pasa más tiempo en el Capitolio que el actual responsable, Paul O'Neill) comentó en su día que, si algo podría revertir la tendencia de la globalización, es el terrorismo.

"Un mundo diferente"

Asimismo, Eisuke Sakakibara, ministro de Finanzas de Japón durante las crisis de 1997 y 1998, declaró en una entrevista a Bussinessweek que "el mundo será diferente. El tráfico transfronterizo de personas disminuirá, el transporte de bienes será más costoso y los intentos por controlar el lavado de dinero afectarán a los flujos de capital".

Paralelamente, el terrorismo ha alterado la agenda política del mundo. La reunión de la OMC en Qatar, prevista para el mes que viene, se ha suspendido. Temas que antes eran prioritarios, como la entrada en la OMC de China, están ahora en el olvido.

No obstante, hay quien ve elementos positivos en la lucha contra el terrorismo. "Hay problemas con la globalización. Detrás del terrorismo hay miseria. Hay que luchar contra el terrorismo, pero también pensar sobre las implicaciones de la globalización", dice Sakakibara.

 

El Estado vuelve a tomar las riendas

La época del gran Estado terminó en la primera mitad de los ochenta. Las políticas liberalizadoras y privatizadoras (con Reagan y Thatcher como mentores) pusieron a dieta un gasto público que había pasado entre 1965 y 1982 del 30% al 43% del PIB en los países del G-7. El declive del bloque comunista permitió la cura de adelgazamiento.

Llegó la globalización, la apertura de fronteras y el levantamiento de aranceles. Las multinaciones fueron el grupo más beneficiado de la pax americana mientras el Estado se batía en retirada. Ahora bien, la sensación de inseguridad creada el fatídico 11 de septiembre puede cambiar las cosas. Si no en cuestión de tamaño del Estado, sí en su determinación de ser quien mueva los hilos.

Con la seguridad como prioridad número uno, los Gobiernos tendrán que decir más en decisiones que antes eran puramente económicas, tanto a nivel doméstico como internacional. Mirarán más sus propios intereses, buscando siempre la eficiencia.

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