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Pakistán acepta las pruebas de EE UU contra Bin Laden

Estados Unidos recibió ayer un fuerte respaldo a sus planes de represalia por los atentados del pasado 11 de septiembre. Pakistán consideró suficientes las pruebas de Washington contra Osama Bin Laden por aquellos actos y dio luz verde a las acciones que pueda emprender la comunidad internacional. Además, la OTAN aceptó toda la petición de ayuda militar hecha por Washington.

El cerco internacional contra el Gobierno talibán de Afganistán se va estrechando día a día. Pakistán, el único Estado que reconoce al talibán su legitimidad, consideró "suficientes" las pruebas aportadas por EE UU contra Osama Bin Laden por su responsabilidad en los atentados del pasado 11 de septiembre contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington.

"Hemos examinado el material y contiene las bases suficientes como para acusar [a Bin Laden] en un tribunal de justicia", aseguró el ministro de Asuntos Exteriores, Riaz Muhamad, Khan. Además, el Gobierno paquistaní anunció la retirada de toda su representación diplomática en Afganistán aunque sin llegar a romper por completo relaciones con el régimen de Kabul.

Este nuevo apoyo refuerza el objetivo de Washington de forjar una amplia y variada alianza internacional para luchar contra el terrorismo internacional, pero en particular con quien consideran responsable de los atentados de septiembre, Osama Bin Laden.

Pakistán era el estado que más reticencias había expresado a los planes de represalia estadounidense contra el régimen afgano por amparar en su territorio a Bin Laden. Pero no el único. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, prosiguió ayer su gira por el Golfo Pérsico con el fin de recabar el apoyo de los países árabes a sus planes de ataque aunque con escaso éxito. Arabia Saudí, su principal socio, se mostró reticente a permitir el uso de sus bases para las fuerzas estadounidenses. Rumsfeld visitó ayer Omán, donde se topó con una multitudinaria manifestación ciudadana de rechazo al apoyo del país a EE UU.

Lo que de momento sí es seguro es el apoyo de todos los países de la Alianza Atlántica a su campaña antiterrorista. El secretario general de la OTAN, George Robertson, anunció ayer que los países de la alianza aceptan todas las peticiones de ayuda militar solicitada por Washington que pasa por el uso limitado del espacio aéreo, instalaciones terrestres y portuarias, logística, aviones de alerta temprana, seguridad extraordinaria para fuerzas estadounidenses en Europa y reemplazo de los efectivos que pudieran ser movilizados desde los Balcanes.

Para Robertson, esta decisión "refleja la voluntad de la alianza de ayudar a EE UU" y declaró su disposición a "desplegar elementos de su fuerza aerotransportada de alerta rápida en apoyo de operaciones contra el terrorismo".

No inminente

Los analistas consideran que, pese a las señales de luz verde, el ataque no se producirá en las próximas 24 horas, ya que el primer ministro británico, Tony Blair, y el propio Rumsfeld se encuentran en la región. De hecho, mañana visitará Uzbekistán, territorio que limita al norte con Afganistán y uno de los feudos de la alianza opositora al régimen afgano.

Ante el nuevo giro de los acontecimientos, el Gobierno talibán mantuvo ayer una reu-nión de emergencia en Kabul para analizar las posibilidades de un ataque de EE UU. El régimen afgano considera que se ha abierto ahora un compás de espera por las visitas de diversos líderes a la región.

Fuentes afganas aseguraron que el Gobierno aún sopesa si entregar a Bin Laden, para lo cual exigen pruebas que Pakistán se ha comprometido a no entregar y que EE UU rechaza darles, o soportar una acción militar estadounidense que acabaría con la escasa actividad que de por sí mantiene el país.

En todo caso, el secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, desveló en la noche del miércoles a un grupo de periodistas que la operación militar que se prepara contra la red del grupo terrorista de Bin Laden, Al Qaeda, en Afganistán es sólo la primera fase de la guerra global contra el terrorismo. El jefe de la política exterior estadounidense trató de reducir, no obstante, las preocupaciones expresadas por algunos países árabes sobre el peligro de que la campaña bélica internacional sea llevada a sus territorios.

"æpermil;ste no es un conflicto con ellos. Casi todos los afganos son musulmanes, pero no son árabes", declaró Powell.

El secretario de Estado insistió en que la campaña de Estados Unidos "toma nota de aquellos países que proporcionan refugio, ayudan y dan respaldo a las organizaciones terroristas".

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