La crisis y los atentados amenazan a EE UU con un déficit fiscal billonario
La crisis económica y los costes generados por la ofensiva terrorista amenazan con colocar de nuevo el presupuesto de EE UU en déficit. El Congreso ha rebajado la previsión oficial de superávit y algunos demócratas creen que el agujero fiscal puede llegar a 13,5 billones de pesetas en el ejercicio fiscal que empezó ayer.
El Congreso de Estados Unidos ha rebajado sus previsiones oficiales de superávit tras la ofensiva terrorista de septiembre. Y algunos legisladores demócratas creen que el presupuesto del ejercicio 2002 (que empezó ayer) reflejará un déficit de hasta 75.000 millones de dólares (unos 13,5 billones de pesetas).
El giro radical en las predicciones fiscales tiene un doble motivo. Por un lado, la crisis económica ha colocado al país al borde de una recesión y ello está recortando sensiblemente los ingresos fiscales del Gobierno.
Por otro lado, el Congreso ha puesto la chequera pública a disposición del Gobierno de George Bush para financiar todas las medidas de reconstrucción y represalia necesarias tras los atentados del 11 de septiembre.
Y debate un plan para impulsar el crecimiento económico que seguramente incluirá más gastos y menores impuestos.
Primer agujero
Si se cumplen las previsiones de un equipo de demócratas liderado por John Spratt, miembro del Comité Presupuestario de la Cámara de Representantes, EE UU sufrirá este año el primer déficit desde 1997.
El escenario "optimista" de estos demócratas apunta a un agujero fiscal de 8.000 millones de dólares en este ejercicio. El pesimista habla de hasta 75.000 millones de dólares de déficit en 2002 y hasta 83.000 en 2003.
Algunos economistas de bancos de inversión también han avisado que la balanza fiscal caerá en terreno negativo: Goldman Sachs prevé un déficit de 25.000 millones de dólares en este ejercicio.
Spratt envió hace unos días una carta a los demócratas de la Cámara Baja del Congreso en la que dice que "debemos asegurarnos de que cualquier cambio de política, sea aumentar el gasto para luchar contra el terrorismo o bajar impuestos para estimular la economía", no agrava "nuestros problemas (fiscales) del país a largo plazo".
Pero el clima de emergencia nacional que reina en todo el país también afecta a los demócratas más preocupados con la balanza fiscal. Incluso Spratt dice que "insistiremos en la disciplina y la responsabilidad fiscal", pero "primero debemos insistir en asegurar nuestra seguridad nacional".
Como consuelo anota que es posible que las cuentas públicas vuelvan a entrar en superávit en un plazo de unos cuatro años.
Pero los precedentes históricos no son optimistas: a principios de los años ochenta, cuando EE UU atravesó su última recesión severa (la de 1990-1991 fue muy moderada), el déficit fiscal se multiplicó por cuatro en un solo año, colocándose en 200.000 millones de dólares.
El Capitolio ya votó este verano una bajada de impuestos de 1,35 billones de dólares en 10 años, que entonces fue considerada como peligrosa por muchos legisladores demócratas.
Justo antes de la ofensiva terrorista, los congresistas demócratas pusieron el grito en el cielo porque las previsiones apuntaban a que el Gobierno tendrá que utilizar parte del dinero de la Seguridad Social (que se suponía intocable) para financiar gastos corrientes.
Sin embargo, el debate sobre el dinero de las pensiones ha desaparecido del Capitolio ahora que el país vive en clima de "guerra contra el terrorismo".
A la bajada de impuestos del verano se sumarán ahora un fuerte aumento del presupuesto de Defensa, ayudas billonarias para los damnificados por la ofensiva terrorista y un plan de medidas de estímulo económico que está siendo objeto de intenso debate en el Capitolio. El Congreso ha aprobado ya un fondo de reconstrucción de 40.000 millones de dólares (más de siete billones de pesetas) que, casi con toda seguridad, será ampliado en el futuro. Además, se han entregado 15.000 millones de dólares a las aerolíneas y hay una larga lista de damnificados que hacen cola para recibir compensaciones.
Sólo la empresa de ferrocarriles Amtrak espera recibir 3.000 millones de dólares para reforzar su seguridad.
En cuanto a las medidas de estímulo económico, se espera que incluyan nuevos aumentos del gasto y bajadas de impuestos adicionales.
Crecimiento
El PIB de EE UU creció sólo un 0,3% en el primer trimestre y el principal motor de crecimiento fue una vez más el gasto de los consumidores (que subió un 2,5%).
Pero el pesimismo de los ciudadanos cada vez es mayor y nadie espera que el consumo de los particulares siga siendo suficiente para impulsar el PIB.
Según informó ayer el Departamento de Comercio, el gasto de los consumidores creció sólo un 0,2% en agosto a pesar de que los ingresos disponibles después de impuestos aumentaron un 1,9% (la mayor subida desde diciembre de 1993).
Millones de ciudadanos ya recibieron ese mes devoluciones del Tesoro por la macrobajada de impuestos promovida por Bush.
Pero la sensación de crisis generalizada hizo que muchos optaran por ahorrar el dinero en lugar de gastarlo, que era lo que pretendían tanto el presidente como los congresistas.
Ahorrar el dinero
La tasa de ahorro se colocó así en el 4,1%, el nivel más alto desde noviembre del año 1998. Y todo indica que el desánimo de los ciudadanos ha aumentado desde la ofensiva terrorista, con lo cual es previsible que el consumo siga retrayéndose.
Según informó ayer la Universidad de Michigan, el índice de confianza de los consumidores sufrió el mayor declive desde 1990 en las dos semanas que siguieron al fatídico 11 de septiembre. Richard Curtin, director del equipo que elabora este informe, explicó que "la primera reacción de los consumidores fue de reforzar su confianza".
Pero "rápidamente llegaron a la conclusión de que las repercusiones de la ofensiva terrorista dañarán significativamente una economía que ya estaba débil".
La Reserva Federal seguramente continuará hoy con la acelerada bajada de tipos de interés que inició a principios de año.
Pero los economistas privados están convencidos de que la economía de EE UU entró en crecimiento negativo durante el tercer trimestre del año y seguirá en declive al menos hasta 2002. Con lo cual la "percepción de recesión" se convertirá en recesión oficial.
El sector industrial lleva 14 meses de declive continuado
La situación sigue siendo delicada en el sector industrial estadounidense. El Índice de la Asociación Nacional de Gestores de Compras (NAPM) bajó en septiembre de 47,9 a 47. Y cualquier dato inferior a 50 supone una nueva contracción en el índice de actividad.
El dato publicado ayer indica que el sector industrial norteamericano lleva 14 meses consecutivos de declive acumulado.
La bajada del índice fue inferior a la prevista por los economistas (que esperaban que quedara en 45). Y Norbert Ore, el economista que supervisa la elaboración del indicador, destacó "que la tendencia en los nuevos pedidos es muy positiva".
Pero Ore reconoció que "el panorama general fue de declive continuado en la actividad industrial durante el mes de septiembre".
Recortes adicionales
Además, la asociación reconoció que buena parte de los datos necesarios para elaborar este informe fue recopilada antes del 11 de septiembre. Con lo cual es previsible que el próximo índice de la NAPM sea peor que el presentado ayer.
La ofensiva terrorista congeló durante días el transporte aéreo, provocando importantes desajustes en un sector industrial que se había acostumbrado a producir con el sistema justo a tiempo para no acumular demasiados inventarios.
Y muchas compañías han anunciado recortes de producción adicionales como consecuencia derivada de los ataques. Entre ellas, los fabricantes de vehículos GM, Ford y Chrysler, y el gigante de la construcción aeronáutica Boeing (que ha comunicado 30.000 despidos ante la previsible caída de pedidos de aviones comerciales).