La situación de Afganistán frena el desarrollo petrolero de la región
La inestabilidad política de Afganistán está retrasando todos los proyectos de oleoductos para la distribución de petróleo de la región del Caspio. Una zona prácticamente inexplorada que cuenta con el 4% de las reservas mundiales probadas de petróleo. Los expertos creen que, con las inversiones adecuadas, la región competiría con el mar del Norte, que alberga las mayores reservas de crudo de Europa.
El éxito de la operación de castigo que EE UU planea concentrar en principio sobre Afganistán cambiaría sustancialmente el desarrollo económico de la región del Caspio.
Hasta ahora, la inestabilidad política de Afganistán, en permanente guerra civil, ha impedido que los proyectos privados para construcción de oleoductos y gasoductos lleguen a buen puerto. La falta de infraestructura es lo que mina las posibilidades de desarrollo de la región.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que para el año 2010 los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) representarán todavía el 90% del consumo mundial de energía. En esas circunstancias, la necesidad de diversificar las fuentes de aprovisionamiento es vital.
La ex repúblicas soviéticas situadas entre el mar Caspio y Afganistán pueden ser claves para el aprovisionamiento de crudo. Sus reservas probadas de crudo ascienden a 40.000 millones de barriles, pero la AIE estima que pueden superar fácilmente los 200.000 millones de barriles. De ahí que países como Rusia, Turquía, Irán o Estados Unidos se disputen el control de la zona. Sin embargo, la región permanece hasta el momento como un "gigante dormido".
La distribución
El gran problema del Caspio es la dificultad para la distribución del producto. Su lejanía de los mares abiertos convierte en un problema la distribución.
La construcción de gasoductos se convierte en una cuestión extremadamente politizada, según explica el subdirector general del Ministerio de Asuntos Exteriores, Rafael Dezcallar, en un artículo publicado en El País. Dezcallar explicó a este diario los dos puntos esenciales en el negocio: por un lado, el trazado de los gasoductos y oleoductos determinará qué países controlarán los recursos energéticos del Caspio. Por otro, los oleoductos darán importantes beneficios a los países de paso.
En este sentido, uno de los más beneficiados sería Afganistán, ya que su posición geográfica es estratégica para acceder al mercado de Oriente. China y los países del sureste asiático representan más del 50% del incremento de la demanda mundial de petróleo en los últimos años.
El Gobierno de Afganistán es consciente y ha intentado algunos contactos con empresas privadas. El proyecto más famoso implicaba a la multinacional de distribución Unocal. En 1998, los talibán firmaron un acuerdo para la construcción de un gasoducto de 890 millas, de un coste de 2.000 millones de dólares (2.197 millones de euros, 365.000 millones de pesetas). El conducto iría de Turkmenistán a Pakistán, uno de los dos países que aún reconoce al régimen talib. Hay que recordar que las reservas probadas de gas del Caspio ascienden a 9,2 billones de metros cúbicos, el 6% de las reservas mundiales.
La llegada a Pakistán abriría las puertas al mercado del subcontinente asiático. Pero la inestabilidad política de Afganistán, acrecentada tras los atentados suicidas del 11 de septiembre en EE UU, ha provocado el retraso indefinido del proyecto.
Otros trazados sufren la misma suerte, las empresas privadas no quieren arriesgarse a que sus oleoductos se conviertan en objetivo de atentados terroristas. "Afganistán es un obstáculo en el camino del desarrollo del Caspio", reconoció ayer a este diario un responsable de Naciones Unidas que no quiso ser identificado.
Los expertos equiparan la potencialidad del Caspio a la del mar del Norte, frente a las costas de Gran Bretaña, Noruega, Suecia, Alemania y el Benelux. Los problemas del mar del Norte y del Caspio son opuestos. En la región europea, la dificultad está en que el clima inhóspito de la zona (fuertes vientos y bajas temperaturas) requiere de alta tecnología para la extracción del crudo, encareciendo los costes. En el Caspio, las condiciones son más favorables, pero la climatología política convierte en inviables proyectos que permitirían el enriquecimiento de una región deprimida.
El precio del crudo sufre la mayor caída en 10 años
La cotización del barril de crudo tipo brent, el de referencia en Europa, experimentó ayer su mayor caída de toda la década. El barril cayó 3,42 dólares en el mercado internacional de Londres, hasta situarse en 22,02 dólares, lo que supone el precio más bajo de los últimos 18 meses. Durante la sesión marcó cambios por debajo de 22 dólares
La caída fue estimulada por la convicción en el mercado de que la operación de castigo de EE UU no afectará a los países productores del golfo Pérsico. La zona representa el 65% de las reservas mundiales de petróleo y acumula una cuarta parte de la producción mundial de crudo. La mayoría de los países de la zona ya han expresado su respaldo a EE UU, por lo que es improbable que se produzca una interrupción del suministro.
El elevado nivel de precios que se ha registrado en los dos últimos años ha provocado que las naciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) hayan incrementado su producción para aprovechar la coyuntura. Lo mismo ha pasado en otros países fuera de la OPEP, al tiempo que las nuevas tecnologías han permitido reabrir pozos que antes no se consideraban rentables.
Por otro lado, los altos precios han llevado a los países importadores a estimular la investigación de fuentes de energía alternativa. Así pues, la situación actual es la de un mercado sobreabastecido en un clima de depresión económica mundial que dañará significativamente las previsiones de demanda.
La crisis de las compañías aéreas debido a los atentados terroristas del 11 de septiembre en EE UU ha acelerado esta crisis de demanda.
Reunión de la OPEP
En este contexto se reúne mañana la OPEP en su cuartel general en Viena. El cartel representa el 40% de la oferta mundial del crudo y el 70% de las reservas probadas. La producción del golfo Pérsico está en manos de los países árabes de la OPEP, que ya han garantizado que cubrirían cualquier carencia de suministro provocada por la guerra contra el terrorismo que planea EE UU.
La OPEP ha recortado oficialmente su producción en 3,5 millones de barriles diarios, situando sus objetivos en 23,2 millones de barriles diarios. Los sucesivos recortes aprobados a lo largo del año han servido para mantener los precios en un rango alto. No hay que olvidar que el objetivo del cartel es mantener la cotización en una banda que va de los 22 a los 28 dólares. La OPEP utiliza para el seguimiento una cesta compuesta por siete crudos, que se encuentra ya rondando la parte baja de la banda.
La OPEP reafirmó ayer su objetivo de mantener el precio en 25 dólares el barril y la validez de su mencanismo de ajuste, que prevé reducir la producción si el precio está por debajo de 22 dólares durante 10 días consecutivos.
Los distintos países de la OPEP empiezan a asumir una dura realidad: mantener el precio del barril en 25 dólares empieza a antojarse imposible. El Gobierno de Kuwait ya se ha apresurado a afirmar que "se encontraría cómodo" con el petróleo en la parte más baja de la banda.
Unos meses antes, el Gobierno de Venezuela afirmaba que la "alarma roja" se disparaba en los países de la OPEP cuando el crudo caía por debajo de los 22 dólares.