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INTERNACIONAL

Las economías del sureste asiático bordean la recesión

La brusca caída de la demanda de los productos electrónicos, como consecuencia de la desaceleración que encabezan EE UU y Japón, amenaza al sureste asiático con sufrir una nueva recesión. Además, la próxima incorporación de China a la OMC dificultará la capacidad exportadora de estas economías.

Cuando las economías del sureste asiático empezaban a recuperarse de la brusca sacudida financiera de 1997 y 1998, la desaceleración de Estados Unidos y Japón ha puesto fin al sueño. Todos los países han iniciado una carrera de reducción de sus previsiones de crecimiento y algunas como Singapur reconocen estar ya en recesión técnica (dos trimestres sucesivos de contracción económica), mientras la brecha que las separa de hermanas más pobres (como Camboya, Laos o Myanmar) se agranda.

Desde 1997 a 2000, el sureste asiático acumuló 239.000 millones de dólares (260.510 millones de euros) de superávit por cuenta corriente frente a un déficit acumulado de 88.000 millones de dólares (95.920 millones de euros) en los cinco años que siguieron a 1992, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A los problemas externos hay que sumar un desempleo galopante y la incertidumbre política que afecta a muchos de estos países, lo que se traduce en una menor recuperación del consumo interno.

Por si fuera poco, en el horizonte se perfila la entrada de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y su aterrizaje como maquinaria gigantesca exportadora con productos de bajo coste de fabricación.

Algunos analistas hablan ya de la segunda crisis asiática que se prepara y que, dicen, será más severa que la primera porque el Norte del continente, principalmente China, ya tomó el relevo como destino favorito de la inversión extranjera directa. Los analistas prevén que ese flujo de capital extranjero y la reconstrucción interna del país impulsen el PIB chino en los próximos años.

Taiwan acaba de dar una nueva señal de alarma, al anunciar, por primera vez en 26 años, una caída del interanual del PIB del 2,4% en el segundo trimestre tras aumentar el 1,1% entre enero y marzo. A la caída de la demanda externa de productos electrónicos (casi la mitad de las exportaciones taiwanesas), se suma en este caso que cada vez son más los fabricantes que practican la economía a través del Estrecho y trasladan a China su negocio por el menor coste de la mano de obra.

Taiwan, como Singapur, es una economía altamente dependiente de las exportaciones tecnológicas a EE UU, aunque todavía mantienen grandes reservas y beneficios comerciales, así como tipos de cambio flexibles.

Las previsiones de crecimiento fueron ya reducidas en Singapur a una banda del 0,5%-1,5% (9,9% en 2000), en Malasia al 3,6% (8,5% el año pasado), en Indonesia a menos del 3%, y en Tailandia lo mismo que en Filipinas, al 2,8%.

Mientras que las exportaciones cayeron el 17% anual en Taiwan, en Singapur descendieron el 24,2%. Todos los mercados de la región contrajeron sus importaciones y el único en el continente que registró cierto aumento de la demanda importador fue China, cuyas previsiones de crecimiento alcanzan el 7%.

En el caso de Tailandia, pese a los avances en la reducción de la deuda y el superávit por cuenta corriente que mantiene, el control de cambio fijo con el dólar puede suponerle un desafío añadido si la desaceleración global continua. Malasia, sin embargo, es más dependiente de las exportaciones de componentes electrónicos. Tiene también un rígido control de capitales, aunque el tipo de cambio, ligado al dólar, depende del nivel de sus reservas.

La región reclama atención mundial para tratar de eludir la recesión. En su reciente viaje a Washington, el primer ministro singapurés, Goh Chok Tong, pidió a la Casa Blanca que no desatienda al sureste asiático por el peligro que un nuevo colapso supondría tanto para Japón como para el resto del mundo.

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