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Pascal Lamy / Comisario de Comercio de la CE

"El G-8 no es el Gobierno mundial"

Altos Estudios Comerciales, Escuela Nacional de Administración, Instituto de Estudios Políticos y licenciado en Derecho. Es la tarjeta de visita de este francés, de 54 años, que trabajó como director adjunto del gabinete del primer ministro francés Pierre Mauroy y como jefe de gabinete del presidente de la Comisión Europea Jacques Delors. Pregunta.

¿Qué opina sobre lo que ha ocurrido en la cumbre del G-8 de Génova?

Respuesta. La globalización encierra cuestiones positivas y también negativas. Hay muchas cosas que comparto con las ONG, pero mi pregunta es: ¿necesitamos más o menos gobierno mundial? Creo que necesitamos más y estoy en total desacuerdo con los que quieren minimizar el Banco Mundial (BM), el FMI o la OMC. No hay que reducir el poder de los elementos de gobierno que tenemos por imperfectos que sean. Por lo que se refiere a lo que pasó en la calle, hay que discernir entre los que están del lado de la violencia y los que no, y eso lo tienen que solucionar sus propias organizaciones. So-bre las autoridades públicas, el debate es la calidad profesional de la policía y las autoridades, que en un país democrático se mide en la capacidad de mantener el orden sin matar.

P. En la cumbre de Bonn, EE UU se ha quedado fuera del acuerdo sobre Kioto. ¿Habría que gravar comercialmente por ello sus productos?

R. Bonn fue una buena respuesta a Génova, porque en Génova se plantearon las preguntas y en Alemania se respondieron. Lo que tuvo importancia en Bonn es que integramos con éxito diferentes posiciones conjuntas. No creo que un crecimiento sostenible sea menos competitivo que el no sostenible. Por ello no comparto la visión americana. Si aplicáramos aranceles, significaría que aceptamos su visión sobre la competitividad, y no estoy de acuerdo. Integrar la sostenibilidad y la economía es un buen negocio.

P. ¿Han sido suficientes las conclusiones del G-8?

R. Sé lo que son las cumbres y creo que es bueno que los líderes discutan y tengan contactos personales. Ese fue el objetivo del G-7, pero ha acabado por convertirse en un gran circo burocrático y orientado a los medios de comunicación. Creo que tienen bue-na parte de razón los que di-cen que el G-8 no es el Gobier-no mundial y debemos tener cuidado para no dar la impresión de que lo es. El G-8 debe llamar la atención sobre ciertos temas, pero no tiene legitimidad para tomar decisiones que pueden comprometer al resto del mundo.

P. ¿Qué tiene que cambiar en estas cumbres?

R. Deberíamos tener algo co-mo un Consejo de Seguridad Económica, que pueda solucionar problemas económi-cos y las conexiones con las finanzas, temas de desarrollo y de medio ambiente, en lugar de un G-8. Tenemos el BM, el FMI y la OMC, pero todo esto no está muy bien conectado.

P. ¿Se puede profundizar en la liberalización comercial con la actual crisis?

R. Si dejamos que la UE se vuelva más proteccionista por influencia de quienes mantienen posturas antiglobalizadoras, vamos a tener un problema con el resto del mundo. Porque nosotros tene-mos un inmenso mercado interior. La UE y EE UU somos los grandes elefantes y nuestra dependencia del resto es muy pequeña. El resto del mundo depende mucho más del comercio que nosotros por nuestra regionalización y por nuestro tamaño. Por eso tiene que darse un empuje al sistema. Cuanto más se debilite la economía mundial, más tenemos que avanzar en la apertura comercial.

P. ¿Es más difícil negociar con la Administración Bush que con la de Clinton?

R. En temas de comercio, y dejando lo demás aparte, creo que esta Administración tiene en la política comercial una prioridad.

P. Dice usted que el comercio es beneficioso para los países pobres, pero los productos de estos países, los agrícolas, sufren fuertes barreras en los países ricos.

R. La agricultura es especial. No se comercia con los alimentos como con los zapa-tos. La agricultura necesita apoyo público porque cumple funciones colectivas que hay que pagar, pero hay que apoyarla de la forma más favora-ble para el comercio sin que va-ya en detrimento de otros. Y cada vez hay menos subsidios. Tenemos que ir en este sentido. Para comprometernos sobre la reducción de subsidios y el grado de apertura de mercados hace falta negociarlo en una nueva ronda.

P. Pero aún no hay agenda para la cumbre ministerial de Qatar en noviembre.

R. Pero la habrá. Lanzar la ronda es ponerse de acuerdo en la agenda y acordar una agenda es acordar los puntos que deberían ser parte de la negociación sin negociar la agenda como si fuera el resultado de la negociación. Todavía tenemos algunos meses por delante. Y aunque le falta un poco de cocción, estamos en una situación muy diferen-te del plato crudo, sin cocinar, que tuvimos en [la fracasada cumbre de] Seattle. Ahora las posiciones son más maduras.

P. ¿Servirá la nueva ronda para impulsar la economía mundial?

R. Sí. La liberalización del comercio es buena. El problema es la distribución y la marginalización, y tenemos que trabajar en esto.

 

"China necesita la OMC para su estabilidad social"

La incorporación de China a la OMC es un asunto al que Lamy ha dedicado muchas horas desde inició su mandato como comisario de Comercio en septiembre de 1999. ¿Qué ha aprendido Lamy de sus interlocutores asiáticos durante las largas negociaciones? "He aprendido que las autoridades chi-nas tienen una visión muy clara de por qué quieren entrar, tanto desde el pun-to de vista político como económico, piensan que China necesita la OMC para sostener su crecimiento y que esto es necesario para la estabilidad política y social del país".

Pero nada es gratis. La-my considera que China tendrá que hacer un gran esfuerzo porque "ha asumido compromisos muy ambiciosos que han creado una referencia y serán probablemente un problema para los futuros aspirantes a entrar en la organización, como es el caso de Rusia". ¿Cómo se implementarán los compromisos adquiridos? "Estamos preparados para apoyarles con asistencia técnica y cooperación al desarrollo, para ayudar en temas co-mo la propiedad intelectual".

Ahora, China está recorriendo los últimos metros de una carrera que ya dura 15 años. "En lo que respecta a la política, ya están casi ahí, sólo quedan uno o dos problemas legales por resolver. Luego, deberán ratificar la entrada los miembros de la OMC. Pero China debería estar dentro a principios del año que viene". Será una nueva victoria tras lograr los Juegos Olímpicos de 2008, unos juegos que el comisario declina juzgar si China se merece. "Esto no es un asunto relacionado con el comercio", dice muy diplomático.

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