Comienza la cuenta atrás para preparar el primer IRPF en euros
Ahorrar para la jubilación o para comprar la primera vivienda habitual, saber jugar con las pérdidas en Bolsa o ser solidario y hacer donaciones son algunos de los aspectos que ahora hay que tener en cuenta para ajustar la factura fiscal de la próxima declaración de la renta. Es el comienzo de la cuenta atrás para preparar el primer IRPF en euros y despedirse de la última declaración en pesetas.
La declaración de la renta no se hace entre los meses de mayo y junio de cada año. La declaración de la renta se hace día a día, desde el uno de enero hasta el 31 de diciembre. Luego, en época de campaña fiscal, se recopila toda la información del ejercicio precedente y ya no hay forma de cambiar lo que el contribuyente hizo o dejó de hacer hasta diciembre.
Ahora, con los datos de la presente campaña aún recientes y bajo la sombra de anunciadas rebajas fiscales, puede ser la ocasión para repasar qué operaciones suavizan la carga fiscal del que será el primer IRPF en euros.
w Pensar en euros. La próxima declaración del IRPF se calculará en la moneda única. Todos los tipos de rentas, la base imponible, la escala de gravamen y la cuota a pagar o a devolver se consignarán en euros. Esto no obliga a cambiar el IRPF. No obstante, Hacienda ya ha aprobado una escala de gravamen convertida a euros para evitar que sea el contribuyente quien tenga que hacer cálculos.
w Preparar la jubilación. Ser previsor y ahorrar para el futuro tiene premio. El dinero destinado a los planes de jubilación permite practicarse una deducción que abre la posibilidad de ahorrar el equivalente al tipo marginal del contribuyente.
En la actualidad y salvo mejoras en este producto, la deducción máxima no podrá superar la menor de dos cantidades: o 1.200.000 pesetas (se incrementa en 100.000 más por cada año de más de 52 que tenga el contribuyente) o el 25% (40% si tiene más de 52 años) de las rentas del trabajo y de la actividad. A final de año, cuando el contribuyente ya sepa cuáles son sus ingresos totales puede revisar el importe ya aportado para ver si aún puede destinar más dinero al plan.
w Disfrutar de las pérdidas. Si los mercados dan disgustos, al menos Hacienda no lo remata con más gravamen, sino que permite que las pérdidas se resten de las ganancias.
El contribuyente debe estar pendiente de la antigüedad de cada inversión porque ésta es la clave para compensar partidas positivas con negativas. Las inversiones a más de un año jamás se integrarán con las de menos tiempo. Y sólo en el caso de que una inversión a menos de un año no tenga una ganancia de la misma antigüedad podrá servir para reducir el resto de las rentas (salarios, intereses, ingresos profesionales...) y hasta un máximo del 10% de éstas. El ahorro oscilará entre el 18% y el 48% de la pérdida en función del tipo marginal del contribuyente.
w Reinvertir. Los inversores que venden acciones para realizar minusvalías se encuentran con la traba de no poder reinvertir en el mismo título en un plazo de dos meses. Si se invierte en fondos, tiene la posibilidad de vender las participaciones y suscribir el mismo día las de otro fondo con la misma filosofía de inversión. Como son fondos diferentes, se evita la norma antiaplicación. Así, un partícipe en un fondo tecnológico con pérdidas elevadas puede aflorar la minusvalía y reinvertir en otro fondo tecnológico.
w Ahorrar y comprar. Si en los próximos años se tiene pensado afrontar la compra de la primera vivienda, ahorrar desde ya puede ser una buena opción.
Durante los años en que se aporta dinero a una cuenta vivienda, el contribuyente que aporte hasta 1,5 millones de pesetas disfrutará de la deducción máxima de 225.000 pesetas anuales. Si luego no compra la vivienda, tendrá que devolver estas cantidades a Hacienda.
w Revisar la hipoteca. Hasta 1,5 millones de pesetas anuales destinados a cancelar la hipoteca para la compra de vivienda habitual disfrutan de deducción. Si a final de año se ha amortizado menos y la factura con el IRPF se presenta abultada, quizá interese amortizar más.
w Ser solidario. Las donaciones a instituciones, como Cruz Roja o la ONCE, para proyectos de ayuda oficial al Tercer Mundo; a museos, como el Reina Sofía, y a otras entidades y fundaciones dedicadas al mecenazgo o al interés general, permite practicar una deducción en la cuota entre el 10% y el 25% de las cantidades donadas.
Conviene guardar las declaraciones antiguas
La declaración de la renta no es un simple formulario que se rellena una vez cada 365 días y ya está. Por su carácter periódico (que le diferencia de otros impuestos como el de sucesiones o el de transmisiones), se asemeja más a un anuario en el que el contribuyente refleja su historia con trascendencia fiscal. Y como tal, tiene un argumento.
El IRPF declarado un año guarda una importante continuidad con los anteriores y, por tanto, con los siguientes. Entre los aspectos en que más se deja sentir esta correlación están los datos declarados por aportaciones a las cuentas ahorro vivienda o a los fondos y planes de pensiones y también las pérdidas que no se compensan en un año y pasan a otro.
Tras cuatro años de deducción por ahorrar para la compra de una casa debe declararse la compra de esa casa. En otro caso, Hacienda puede entender que la compra no se ha hecho, requisito esencial para disfrutar de la deducción. De forma semejante ocurre con los planes de pensiones. Una vez que se comienza a aportar, Hacienda espera que en unos años el contribuyente declare el rescate del plan.
Las pérdidas de patrimonio, las bases imponibles negativas o las deducciones por dividendos que no pueden declararse un año por no haber plusvalías o bases positivas o, en el caso de los dividendos, por ser insuficiente la cuota pueden guardarse para los años siguientes hasta un máximo de cuatro. Para recordar el importe pendiente de declarar, nada mejor que tener a mano los viejos impresos del IRPF.