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INTERNACIONAL

La ONU calcula que se necesitan 1,8 billones al año para combatir el sida

Hoy empieza en la ONU una Sesión Especial sobre el Sida que intentará lanzar una estrategia mundial coor-dinada de lucha contra la epidemia. Pero la reunión se presenta plagada de conflictos y tabúes, y no está claro de dónde saldrán los 1,8 billones de pesetas al año que se calcula que son necesarios para ello.

Hace exactamente 20 años las autoridades de Los Ángeles comunicaron que algunos homosexuales estaban siendo víctimas de un tipo extraño de neumonía. Dos décadas más tarde, 22 millones de personas han fallecido por culpa del sida y más de 36 están afectadas por el virus. Un 90% de ellos vive en África. Y, según un estudio de la Universidad de Harvard, sólo 100.000 de los 25 millones de afectados en África Subsahariana reciben tratamiento.

Lanzar una estrategia mundial coordinada contra la epidemia no es tarea fácil, pero la ONU está decidida a intentarlo con la Sesión Extraordinaria sobre Sida que empieza hoy.

Jefes de Estado y de Gobierno, diplomáticos, científicos, representantes de ONG y empresarios debatirán durante tres días sobre cómo afrontar la crisis y dónde conseguir los recursos necesarios para ello.

Según un informe de Onusida, un programa básico para frenar la epidemia en los países en desarrollo, costaría 9.200 millones de dólares (1,8 billones de pesetas) al año. Seis veces más de lo que se invierte hoy.

El objetivo oficial es reducir el número de afectados un 25% en 2005 en los países más afectados y un 25% en todo el mundo en 2010.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha pedido que se cree un fondo de entre 7.000 y 10.000 millones de dólares al año (entre 1,3 y 1,9 billones de pesetas). Pero por ahora sólo se han conseguido recaudar 527 millones. El último en sumarse a la iniciativa ha sido la Fundación Bill y Melinda Gates, que ha entregado 100 millones de dólares, cifra equivalente a la donada por Reino Unido.

EE UU ha prometido 200 millones de dólares, y Francia, 127. La UE ni siquiera ha comprometido una cifra y España dice que la iniciativa le parece "muy interesante", pero no compromete ninguna aportación.

La sesión se presenta controvertida. A las dificultades para recaudar los fondos se suman la polémica sobre quién los gestionará y un intenso conflicto sobre las patentes de los medicamentos contra el virus. Además, aunque los Gobiernos de todo el mundo por fin empiezan a reconocer que el sida supone un problema de gravedad extrema, los tabúes culturales y religiosos siguen entorpeciendo el debate y la aplicación de programas eficientes.

Los países árabes son algunos de los interlocutores más susceptibles. Han rechazado cualquier mención en los documentos a la homosexualidad o la prostitución (se ha optado por "hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres" y "profesionales del sexo" y pusieron muchas objeciones a que se apoye la libertad sexual de las mujeres (que constituyen un 47% del total de afectados) o su acceso a "servicios reproductivos".

Esta última frase, que puede interpretarse como asesoría en materia de aborto, tampoco gustó a EE UU (donde está prohibido repartir jeringuillas en muchas localidades y la mayoría de los canales televisivos no emite publicidad de preservativos).

El resultado es un documento provisional lleno de parches como "programas que tengan en cuenta factores culturales, religiosos y éticos" cuya eficacia dependerá de la voluntad política de cada país.

 

Las patentes frenan el acceso al tratamiento

Los países africanos consiguieron que la semana pasada los 141 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se comprometieran a clarificar la norma sobre propiedad intelectual que impide el acceso a medicamentos baratos. La Trips (por sus siglas en inglés) permite que las farmacéuticas disfruten de la patente por 20 años, y los países deben ajustar su legislación a esta norma antes de 2006.

Nada de importaciones ni de genéricos por dos décadas, salvo en caso de emergencia. Y esto último es susceptible de diferentes interpretaciones. África, donde se concentra el 90% de los infectados, tiene que convencer de que sufre una pandemia y no puede comprar los medicamentos.

El tratamiento con genéricos sería entre 3 y 15 veces más barato. Brasil ha reducido a la mitad el número de muertes con su uso, aunque ahora se enfrenta a una queja de EE UU ante la OMC.

Las farmacéuticas, que defienden que las patentes estimulan la investigación, no han podido ignorar la presión social y han ofrecido rebajar los precios. La última en anunciarlo fue GlaxoSmithKline, que se comprometió a abaratarlos a 63 países. Una medida muy "positiva", califican desde la ONG Oxfam, "pero no solucionan el principal problema: los 20 años de disfrute de patente".

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