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Duisenberg insiste en los riesgos de inflación en la UE

Wim Duisenberg se congratula de que "el BCE ha conseguido ya un grado de credibilidad considerable" y sugiere una vez más que las tensiones sobre los precios son aún demasiado elevadas como para rebajar los tipos de interés en la zona euro. Al mismo tiempo, el BCE reconoce que los diferenciales de inflación en los distintos países siguen "relativamente elevados".

La misión del BCE es garantizar la estabilidad de precios y, si es necesario, garantizarla tres veces. Así lo recalca Wim Duisenberg en el informe anual de la entidad presentado ayer, en el que también da un parte de tranquilidad con respecto a lo sucedido el año pasado, cuando "la inflación se mantuvo en niveles relativamente bajos", al situarse, co-mo media en la zona euro, en el 2,3%. Este nivel, sin embargo, se encuentra tres décimas por encima de la meta que se ha propuesto la autoridad monetaria.

De hecho, el BCE todavía ve "algunos factores de riesgo", que tienen que ver con la "evolución de los salarios, la política fiscal, y el desfase en la repercusión de los incrementos del precio del petróleo y de la depreciación del euro" de 2000. El argumento coincide con otras declaraciones del presidente del BCE en las que ha rechazado una bajada de tipos para incentivar el crecimiento, tal y como han pedido varios políticos y expertos.

Duisenberg insiste en que la mejor manera de aumentar la confianza de los ciudadanos en la moneda única es "mantener un historial de baja inflación y demostrar la determinación con la que el BCE persigue su objetivo de política monetaria". Por si esto no bastara, el presidente del BCE agrega: "La estabilidad de precios es algo que nunca puede darse por sentado, éste es el principal desafío que se le plantea al eurosistema en los años venideros".

En el informe, el BCE reconoce también que los diferenciales de inflación entre los 12 países de la zona euro han ido aumentando desde mediados de 1997, llegando a niveles "relativamente elevados en 2000". En el análisis de la autoridad monetaria, estas diferencias son evidentes, sobre todo en el precio de productos como la energía, los servicios y los alimentos elaborados, y se explican por diferencias en los impuestos, las estructuras comerciales y los costes laborales unitarios en los distintos países. No obstante, en términos generales, Duisenberg ve "motivos reales para ser optimistas con respecto a las perspectivas de la economía de la zona euro", aunque recuerda que este año el área crecerá por debajo del 3,4% registrado en 2000.

Estas perspectivas también se extienden sobre la propia entidad. El año pasado, el BCE obtuvo un beneficio de explotación de 4,6 millardos de euros, de los que 2,6 millardos fueron destinados a blindarse de los riesgos de cambio y de tipos de interés.

 

Europa es diferente,

según Noyer

"El problema de EE UU es evitar la recesión; el nuestro no es ése en absoluto". El vicepresidente del BCE, Christian Noyer, zanjó ayer de este modo cualquier intento de comparación entre la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense y la del emisor europeo y repitió la doctrina oficial de que el desafío europeo es aumentar el potencial de crecimiento. "Y la política monetaria no sirve para eso", sentenció Noyer durante la presentación ante el Parlamento Europeo del informe sobre la actividad del BCE durante el año 2000.

A preguntas de los europarlamentarios, trazó con nitidez las diferencias que, a su juicio, separan la evolución macroeconómica y monetaria a ambos lados del Atlántico. Noyer recordó que "nosotros no incrementamos dramáticamente" [los tipos de interés] y anunció que "tampoco los vamos a reducir dramáticamente". El BCE mantiene los tipos de interés desde noviembre pasado en el 4,75%, mientras que EE UU los ha rebajado al 4,5%.

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