El crecimiento de EE UU hace peligrar la cotización del euro
Hasta hace muy poco, la fortaleza o la debilidad de una moneda dependía principalmente de los tipos de interés de su economía. A mayor rentabilidad del dinero, mayor fortaleza de la divisa. La actual coyuntura ha variado notablemente esta regla y ahora son las expectativas de crecimiento las que sirven de barómetro a los mercados.
Desde el pasado día 18, Estados Unidos mantiene tipos de interés inferiores a los europeos. El precio oficial del dinero en EE UU se sitúa ahora en el 4,5%, frente al 4,75% que mantiene la zona euro desde el 6 de octubre de 2000. En el pasado, esta decisión hubiera bastado para impulsar al alza la cotización del euro y, sin embargo, la divisa europea no acaba de reforzar su posición en los mercados.
Desde el pasado 3 de enero, cuando la Reserva Federal decidió inesperadamente iniciar su carrera bajista de los tipos de interés (entonces se encontraban en el 6,5%) hasta hoy, el euro ha pasado de las 0,95 unidades por dólar a las 0,89 que cotizó al cierre de ayer. Entre medias, los tipos estadounidenses se han reducido en dos puntos porcentuales y el Banco Central Europeo ha resistido todo tipo de presiones para mantener invariables los suyos.
Según los analistas, los tipos de interés han dejado de ser la referencia que utilizan los mercados para apostar por una u otra moneda en tiempos de inestabilidad e indecisión como los actuales y sí lo son, en cambio, las perspectivas de crecimiento. De ahí que el dato del PIB de Estados Unidos correspondien-te al primer trimestre del año amenace, una vez más, la recuperación del euro.
Frente a las malas noticias que venía proporcionando la economía estadounidense en los últimos meses, el dato preliminar de crecimiento en los primeros tres meses del año sorprendió favorablemente a políticos e inversores la semana pasada. Los analistas habían previsto un incremento del PIB en línea con los datos del cuarto trimestre, del 1%, aunque finalmente el dato fue del 2%. El euro cayó ese día de 0,90 unidades a menos de 0,88.
Los expertos de Crédit Suisse consideran que hasta ahora la Reserva Federal de Alan Greenspan no se había preocupado por la debilidad del euro, pero a su juicio esto ha cambiado. La entidad se basa en la explicación del banco central estadounidense a la última rebaja de tipos, en la que mostraba su preocupación por proteger los beneficios empresariales y por intentar preservar ahora la economía de EE UU de la desaceleración mundial, en términos de menor demanda e importación de deflación, "y eso implica claramente la necesidad de un euro fuerte", aseguran.
Introducción de billetes
Para estos analistas, una moneda fortalecida podría propiciar la esperada rebaja de tipos por parte del Banco Central Europeo y con ello reforzar las perspectivas de crecimiento de la zona euro.
Sin embargo, el presidente del BCE, Wim Duisenberg, aseguró ayer que la mejor forma de aumentar la confianza en la moneda única "es mantener un historial de baja inflación y demostrar la determinación con la que el BCE persigue su objetivo de estabilidad de precios". Es decir, por el momento nada de rebajas de tipos a la vista.
La confianza de los políticos europeos en la recuperación de la moneda única pasa por su entrada en circulación, prevista para el próximo 1 de enero de 2002.
A su juicio, el plazo de espera entre el nacimiento del euro en enero de 1999 y la introducción de los billetes y monedas abre una brecha entre la percepción y la realidad de los logros alcanzados con el euro, por lo que no será hasta entonces cuando se recupere la divisa común.
Duisenberg frente a Greenspan
El presidente del BCE, Wim Duisenberg, ha estado sometido desde su nombramiento al frente de la entidad a la constante comparación con el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Frente a la agresividad de la Reserva en la política monetaria ante el cambio de coyuntura, han surgido muchas críticas con la decisión de Duisenberg de mantener invariables los tipos de interés. Frente a las "injerencias" de otros organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, en la política monetaria europea e incluso del Tesoro de EE UU, la reacción de las instituciones europeas se unió en defensa del papel del banco central, cuya misión -a diferencia de la de Greenspan- es sólo garantizar el control de precios, y no impulsar el crecimiento.
Duisenberg insiste en que las tensiones inflacionistas, aunque menores, permanecen en la zona euro y que son los propios Gobiernos los que tienen en sus manos la responsabilidad de impulsar la actividad a través de las reformas estructurales y el rigor presupuestario.