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El presidente de BT dimite por la presión de los accionistas

La dimisión de Iain Vallance despeja el camino para la ampliación de capital que han venido reclamando los accionistas como primer paso para la reestructuración de la compañía, cuyas deudas ascienden a 30.000 millones de libras, 7,8 billones de pesetas. Según fuentes del sector, detrás de Vallance saldrá la actual cúpula directiva de la operadora, con el consejero delegado, Peter Bonfield, a la cabeza.

Los accionistas de BT han impuesto su voluntad. Los grandes inversores de la primera operadora del Reino Unido llevaban meses pidiendo la cabeza de Iain Vallance, presidente de la compañía. Ahora le tocará el turno al consejero delegado del grupo, Peter Bonfield, que, según fuentes del sector citados ayer por algunos analistas, será el siguiente en salir. Vallance, que va a ser sustituido por sir Christopher Bland, presidente de la cadena BBC, continuará hasta 2002 como presidente honorífico y pasa a ocupar la vicepresidencia del consejo de información financiera.

La salida de Vallance abre paso a la ampliación de capital que muchos accionistas han venido reclamando como primera medida importante en la reestructuración de la deuda de BT, que asciende a unos 7,8 billones de pesetas.

BT podría lanzar la ampliación por un importe de entre 2,6 billones y 5,2 billones de pesetas. Algunos de los grandes accionistas de BT habían impuesto como condición previa la salida de Vallance antes de comprometerse a suscribir la emisión.

Otros, además, han dicho que sólo aceptarán una ampliación de capital con la renovación total de la cúpula de poder de BT, es decir, con la dimisión del consejero delegado, Peter Bonfield. Vallance y Bonfield son vistos por los grandes fondos de inversión como el tándem fatídico responsable de la actual crisis por la que atraviesa BT, que ha perdido más de un 63% de su valor desde los máximos de finales de 1999 y es incapaz de solucionar los problemas de endeudamiento.

Vallance, de 57 años, ha sido consejero de BT durante 20 años y presidente desde 1987. Bajo su mandato llegó Bonfield como consejero delegado, en 1996. Según el testimonio de un alto ejecutivo de la época, recogido por Bloomberg, Vallance dijo a los headhunters: "Hablad con quien queráis, pero traedme sólo a Bonfield".

Pero la estrategia de este equipo no ha recibido el respaldo de los inversores. Su expansión internacional consistió en la compra masiva de pequeñas participaciones en multitud de operadores y se ha revelado un fracaso. Su más directo rival, Vodafone, se convertía mientras tanto en el líder mundial del móvil, con la agresiva adquisición de Mannesmann y AirTouch.

En los últimos meses, el clamor de los inversores ha dado lugar a varios anuncios de cambio de estrategia, pero la falta de resultados ha desanimado al mercado. La llegada de Bland ha dado nuevas esperanzas, aunque la reacción bursátil (BT cayó ayer un 5,17%) implica que la Bolsa quería más. "Habrá apoyo para una ampliación de capital por parte de la junta, siempre que se le ofrezcan las condiciones adecuadas", dijo un inversor.

Sea como fuere, todas estas medidas tienen como objetivo urgente la amortización del 30% de la deuda este año. En caso contrario, las agencias de rating Moody's y Standard & Poor's amenazan con rebajar la calificación de la compañía a BBB. BT empezó a reestructurar parte de su deuda a corto plazo el pasado año con la emisión de bonos por valor de 3,7 billones.

No obstante todavía que-da lejos el objetivo de rebajar la deuda total a 5,2 billones de pesetas antes de finales de año.

Por otra parte, la City londinense también baraja la posibilidad de que BT recorte su dividendo por primera vez desde que la compañía fue privatizada, en 1984. Vallance siempre había rechazado esta alternativa, que algunos accionistas ahora consideran un mal necesario para mostrar al mercado su voluntad de afrontar la crisis financiera de la compañía.

BT negocia con la banca estos días la reestructuración de su línea de crédito a corto plazo, cifrada en 4,16 billones de pesetas, según fuentes cercanas a la compañía.

Operaciones en marcha

El acuerdo actual que mantiene BT con la banca caduca a finales de junio. Si en una fecha posterior la compañía quiere disponer de fondos de su línea de crédito, tendría que afrontar un coste adicional de 25 puntos básicos, el equivalente a un incremento de 26.000 millones de pesetas al año en pago de intereses.

Asimismo, BT espera ingresar unos 800.000 millones de pesetas cuando se cierren las negociaciones de venta de Yell, su negocio de Páginas Amarillas, a Apax Partners e Hicks, Muse, Tate & Furst.

Estas operaciones, si salen con éxito, pueden evitar a BT la necesidad de vender sus participaciones en empresas extranjeras. Por otra parte, la City especula con la posibilidad de que BT decida segregar su filial de móviles BT Wireless como alternativa a la salida a Bolsa, que fue rechazada hace unos meses.

"BT ha iniciado un cambio, pero queda mucho por ha-cer", dijo Rodney Sherrington, analista de ABN Amro en Londres. "Hace falta más información sobre una posible ampliación de capital y una clarificación de la nueva estrategia de BT antes de que la cotización reaccione en sentido positivo".

 

Una caída especialmente vertiginosa

Muchas operadoras sufren el bajón del mercado, pero para BT la caída ha sido especialmente vertiginosa. Los valores de la compañía cotizan a su nivel más bajo de los últimos tres años. Antes de la crisis, BT lideraba la primera división de las telecos europeas. En 1997 la compañía estaba a punto de lanzar una oferta de 24.000 millones de dólares por MCI, el gigante de EE UU, y había empezado a crear una amplia cartera de activos de telefonía móvil.

Cuatro años después, la primera teleco británica se encuentra estancada. Tras el fracaso de su OPA sobre MCI, empiezan a surgir dudas sobre la viabilidad de Concert, su alianza con AT&T. A diferencia de sus rivales Deutsche Telekom y France Télécom, BT ha fracasado en su intento de explotar el mercado de Internet.

"A la incapacidad de Vallance y Bonfield (ex presidente y actual consejero delegado) de tomar decisiones estratégicas, hay que añadir la lentitud del enorme aparato burocrático de la sociedad", dijo un analista.

En estos años, BT ha acumulado una deuda que asciende a 7,8 billones de pesetas, el coste de la carrera de comprar licencias de tercera generación en el Reino Unido y Alemania, además de otros activos. Solamente la compra de la alemana Viag Interkom el pasado verano le costó a la compañía casi lo que desembolsó por todas sus licencias europeas de telefonía móvil.

BT tampoco ha mostrado mucha destreza en comunicar sus planes estratégicos a los accionistas. No obstante, un director de la compañía insiste en que el problema no ha sido de comunicación, sino de falta de acción y de resultados.

"Después del fracaso del acuerdo con MCI, la compañía perdió el rumbo", dijo. "Le daba miedo a Vallance meterse en nuevas aventuras y, por tanto, BT perdió cantidad de oportunidades. Ahora ha pagado el precio de su falta de agilidad".

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