Berlín espera equilibrio fiscal pese al deterioro económico
Las autoridades alemanas se esforzaron ayer en minimizar el impacto del enfriamiento de la actividad económica en sus finanzas públicas. Berlín sigue apostando por el equilibrio fiscal en 2004 y lo considera compatible con la reforma impositiva iniciada el año pasado, a pesar de que un menor crecimiento recortará severamente los ingresos.
E l ministro alemán de Finanzas, Hans Eichel, admitía, a principios de este mes, que el crecimiento de Alemania en 2001 será "sensiblemente inferior" al registrado en el último ejercicio (3,1%). Los analistas de su país acotaban en seguida esa "sensibilidad" para cifrar el batacazo en una pérdida de vigor de más de seis décimas porcentuales, hasta dejar la previsión de crecimiento en un 2,1% frente al 2,75% anunciado en noviembre.
El sueño de una economía alemana de nuevo en marcha -en el año 2000 el país logró los mejores resultados de crecimiento desde la reunificación- parece desvanecerse. Aun así, las autoridades alemanas, según declaraciones recogidas por la agencia Reuters, intentaban ayer restar dramatismo a la situación y aseguraban que los compromisos de consolidación fiscal serán respetados. En juego se encuentra una reforma fiscal que la Comisión Europea bendijo en noviembre pasado, pero sobre cuya aplicación pidió "máxima precaución".
Eichel ha sido, además, una de las voces más ácidas en el seno del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) contra los países que como Irlanda o España han anunciado o aplicado reformas impositivas acogiéndose a la bonanza de la situación económica. Cierto es que la principal crítica de Berlín en esos casos era que los llamados países de la cohesión se permitiesen relajar la presión fiscal mientras siguen recibiendo sustanciosos fondos con cargo al presupuesto comunitario.
Pero la posición alemana, que sólo tímidamente aventura el equilibrio fiscal para 2004, puede verse comprometida si el enfriamiento económico se traduce en un severo recorte en los ingresos fiscales. Máxime si Eichel no ceja en su feroz reducción de la deuda pública, cuya previsión para este año sitúa ya en el 58% del PIB, frente a la aspiración del 60,5% de hace sólo 18 meses.
Fuentes próximas al Gobierno de coalición (socialdemócratas y verdes), citadas por Reuters, estiman en un máximo de dos millones y medios de euros las pérdidas que puede suponer para la Hacienda federal un me-nor crecimiento. Pero otros analistas doblan esa cantidad y estiman que la previsión de déficit presupuestario de este año podría dispararse hasta el 1,7% del PIB.
La Comisión Europea ya advirtió a Berlín en noviembre, al evaluar su programa de estabilidad para 2000-2004, que la reforma fiscal prevista colocaba el déficit público en 2001 (1,5% del PIB) "en la posición mínima para cumplir el pacto de estabilidad" suscrito por los Quince. Bruselas exigió entonces al Gobierno de Gerhard Schröder "un estricto control del gasto" para contrarrestar el riesgo de que la reforma se traduzca en "un permanente deterioro del déficit estructural alemán".
El margen de maniobra de Eichel parece escaso, pues su programa basa gran parte del estímulo al crecimiento en la rebaja impositiva, cercana al 1% del PIB alemán. Ante el deterioro de la situación económica que padece la zona euro (la Comisión revisará seguramente a la baja la próxima semana su previsión de crecimiento del 3,1% para 2001) un suave desequilibrio fiscal parece casi un mal menor. Quizá incluso Bruselas también comience pronto a tolerarlo, aunque no llegue a minimizar su impacto.
Schröder realza la política alemana
En sus 18 meses como canciller, Gerhard Schröder ha conseguido situarse entre los políticos europeos mejor valorados y cambiar la percepción generalizada de que Alemania es un país gigante en cuanto a economía pero pequeño en lo referente a políticos, según ha recogido la prensa europea.
El éxito del líder alemán se basa, según los expertos, en gobernar tal y como lo haría un político perteneciente a la corriente de centro-derecha, pero presentándose como un miembro del centro-izquierda.
De esa forma ha sido capaz de vadear las críticas de la oposición conservadora, así como las lanzadas desde los poderosos sindicatos alemanes.
El mérito de Schröder radica en dar una nueva imagen del ciudadano alemán, presentándose como uno más de ellos. "Es un poco más firme, está un poco menos dentro del bolsillo de Estados Unidos y se orienta más por la política real que por las ideas románticas sobre el europeísmo", declaró al diario Herald Tribune el sociólogo Claus Leggewie.