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INTERNACIONAL

Las tendencias proteccionistas ponen en riesgo el futuro del ALCA

Estados Unidos intentará esta semana dar un empujón decisivo al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Un ambicioso proyecto que es rechazado de plano por las fuerzas antiglobalización tradicionales (sindicatos, ecologistas, etcétera) y es visto con gran reticencia por Brasil.

Representantes de 34 países americanos (Cuba será la gran ausente) se reúnen esta semana en Quebec para celebrar la tercera Cumbre de las Américas. Y el más ambicioso y difícil de sus objetivos será impulsar el plan para unificar todos estos países en la mayor zona de libre comercio del mundo.

Si algún día ve la luz, el ALCA agrupará casi a 800 millones de habitantes y tendrá un PIB combinado de 17 billones de dólares. Además se espera que multiplique el volumen de comercio transfronterizo de la región, que en estos momentos ronda los tres billones de dólares.

Sin embargo, para que esto ocurra tendrán que sortear una larga lista de obstáculos. Desde la oposición de sindicatos y ecologistas (que exigen que cualquier acuerdo incluya estándares laborales y de medio ambiente) hasta los poderosos lobbies de industrias de Estados Unidos que reclaman proteccionismo frente a la competencia del sur (agricultura, acero, etcétera).

Además, Brasil prefiere seguir reforzando el Mercosur porque teme que el ALCA diluya su peso en la región a costa de un mayor protagonismo de EE UU y sus industrias. Entre ellas, las farmacéuticas, que están haciendo enormes presiones para que se impida al gigante sureño seguir fabricando versiones genéricas de medicamentos contra el virus del sida.

Williams Dickens, economista del Instituto Brookings en Washington DC, cree que el principal obstáculo para un acuerdo será "la falta de credibilidad del presidente George Bush", que seguramente acudirá a Quebec sin la autoridad para promover el comercio (una herramienta que impide al Congreso introducir enmiendas en pactos comerciales).

Según apunta Dickens, la ola antiglobalización "que empezó en Seattle en 1999 ha hecho que los congresistas se den cuenta de que pueden perder votos" con este asunto. Para conseguir que sindicatos y ecologistas de EE UU apoyen el libre comercio, habrá que darles "contraprestaciones en política doméstica. Y no creo que esto vaya a ocurrir bajo el mandato de Bush".

 

El dudoso éxito del Tratado de Norteamérica

Los promotores del ALCA afirman que el libre comercio es la mejor herramienta para generar prosperidad y ponen como ejemplo el Tratado de Libre Comercio que agrupa a EE UU, Canadá y México.

El Gobierno de EE UU afirma que las mayores exportaciones a Canadá y México han generado "más de 600.000 empleos" en este país desde 1993, con "salarios entre un 13% y un 16% más altos" que la media. Pero muchos expertos cuestionan estas cifras. El Instituto de Política Económica de Washington calcula que el TLC ha destruido 766.000 empleos en EE UU y 276.000 en Canadá. A cambio ha impulsado la generación de puestos en México, "pero los salarios, beneficios sociales y derechos de los trabajadores (del país sureño) han sido suprimidos deliberadamente" para ello.

El TLC ha reducido, además, la capacidad reguladora de los gobiernos democráticos que lo integran. Canadá prohibió en 1996 el uso de gasolinas con el aditivo MMT y tuvo que pagar millones de dólares a la empresa estadounidense Ethyl, que la demandó por los "daños económicos" sufridos por esta prohibición. Y la firma de mensajería UPS reclama ahora unos 147 millones de dólares al Gobierno de Ottawa por la "competencia desleal" de su servicio postal público.

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