Los países pobres plantan cara a las farmacéuticas
El acceso a las medicinas ha puesto en pie de guerra a Gobiernos, ONG y la industria farmacéutica. Unos defienden la alternativa de los genéricos y un precio más bajo; otros, sus patentes.
El 18 de abril se ha convertido en un día D para la industria farmacéutica mundial. Un tribunal de Pretoria comenzará el juicio contra el Gobierno de Suráfrica, acusado por 39 farmacéuticas de violar la normativa contra patentes recogida por la Organización Mundial del Comercio (OMC). El motivo es que en 1997 el Gobierno aprobó una ley por la que permite la importación y producción de medicamentos genéricos o más baratos que los que disfrutan de patentes, para combatir las enfermedades infecciosas más extendidas, sobre todo, el sida.
En Suráfrica hay unos 4,5 millones de enfermos con el virus del sida, un 12% de la población. El coste del tratamiento con fármacos de marca es, según estimaciones de la organización no gubernamental (ONG) Oxfam, entre cuatro y doce veces superior al que tendría el tratamiento con medicamentos genéricos. Países como India y Brasil lo han podido comprobar. India acoge a grandes fabricantes de genéricos, como Cipla, que vende los mismos fármacos hasta nueve veces más baratos. En Brasil, la mayor cobertura sanitaria de enfermos del sida, gracias al uso de genéricos, ha reducido a la mitad en cuatro años el número de muertos por esta enfermedad.
Violación de patentes
Sin embargo, esta actitud viola la legislación sobre patentes y sobre la propiedad intelectual, denuncian las farmacéuticas. Se refieren al Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic) de la OMC, por el que los fármacos disponen de un periodo de patente durante 20 años, recomendación que los países deben recoger en sus legislaciones antes de 2006.
Los críticos piden que se reduzca el periodo concedido de 20 años y que se rebajen los precios de los medicamentos. El Parlamento Europeo también se ha hecho eco de esta sugerencia, que ha elevado a la OMC. Fuentes diplomáticas de la organización apuntan, no obstante, que ningún país ha planteado la propuesta formalmente.
Desde Médicos sin Fronteras piden que, al menos, se cumpla el acuerdo de la OMC, que permite sortear la patente en caso de urgencia o amenaza para la salud pública. Los mecanismos a utilizar son las licencias obligatorias, que permiten la producción sin el consentimiento de los propietarios de las patentes, y las importaciones paralelas, que autorizan a comprar el producto allí donde sea más barato. La interpretación de estas excepciones es objeto de polémica. Brasil, que concedió licencias obligatorias, se enfrenta a una queja presentada por EE UU ante la OMC por entender que su legislación atenta contra los derechos de patentes.
El revuelo levantado ha provocado que algunas farmacéuticas abaraten sus medicinas. Es el caso de Merck, Bristol-Myers o GlaxoSmithKline. Desde Merck aseguran que han abaratado dos antirretrovirales (para tratar el sida) a algunos países hasta no obtener beneficios. Un portavoz de la empresa critica que Suráfrica "no ha querido negociar con nosotros". Hay quien aduce que su Gobierno desprecia fármacos más baratos porque quiere desarrollar una industria propia.
Alan Chandler, portavoz de GlaxoSmithKline, asegura que esta compañía propone reducciones de hasta el 90% en el precio, que negocian con países como Uganda, Senegal o Ruanda. Sin embargo, "el problema no es sólo de precio, sino de infraestructuras", afirma Chandler, en referencia a las carencias de estos países.
Gonzalo Fanjul, portavoz de Oxfam, celebra los recortes de precios y dice que las empresas farmacéuticas "reconocen que el impacto del precio es clave", aunque asegura que hay que atacar el fondo del problema, la legislación.
EE UU toma posición a favor de la industria
La nueva Administración de Estados Unidos ha dado un giro a la política del anterior Gobierno de Bill Clinton y ha mostrado su apoyo a las farmacéuticas. Así se desprende de una de las primeras decisiones que ha adoptado su presidente, George Bush, que días después de relevar a Clinton presentó una queja ante la OMC contra Brasil por atentar contra la legislación sobre patentes.
Brasil es uno de los países que más se ha beneficiado de la producción e importación de fármacos genéricos. En 1996 aprobó una ley por la que el Gobierno se permite el derecho a conceder licencias obligatorias si el titular de la patente no fabrica en Brasil. El incremento de la producción ha permitido aumentar el número de pacientes que se tratan, lo que ha reducido a la mitad las muertes por esta enfermedad.
La oposición del Gobierno de Bush a las prácticas de Brasil ha despertado las críticas que apuntan a que está cediendo a las presiones del lobby farmacéutico de EE UU, un importante donante durante su campaña electoral.