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INTERNACIONAL

Cambio radical en la política energética con el nuevo Ejecutivo

George Bush está actuando en materia de política energética como ya lo hiciera con su rebaja fiscal. El secretario de Energía, Spencer Abrahams, insiste una y otra vez en que Estados Unidos se enfrenta a la peor crisis energética desde 1970 y que los altos precios de la energía están directamente ligados a mayores posibilidades de recesión de la economía.

Abrahams insiste en la urgencia de adoptar medidas y aplicar una nueva política energética que pasa por la plena desregulación y el desmantelamiento de la legislación que regula la construcción de centrales nucleares y prohíbe la extracción de hidrocarburos en áreas protegidas como el parque natural de Alaska.

A pesar de las advertencias de Abrahams, Bush ha aprovechado el último recorte de la producción de petróleo por parte de la OPEP, para señalar que, con unos precios en torno a 28 dólares, el barril la extracción de petróleo volvería a ser rentable para los pequeños y medianos productores y que buena parte del problema energético reside en la excesiva dependencia exterior de EE UU.

California, la séptima economía del mundo, sufrirá muchos más apagones en los próximos meses y la Administración republicana aprovechará las historias de velas en los hipermercados y atascos en calles sin semáforos para ganar apoyo a su proyecto de ampliar la oferta energética por costoso que sea para el medio ambiente. Cheney reiteró la semana pasada la oposición de Bush al compromiso por reducir las emisiones de C2O plasmado en el Tratado de Kyoto.

El vicepresidente instó también a quienes quieren energía limpia a "replantear el uso de centrales nucleares". Mientras, los llamamientos de los grupos ecologistas en favor del uso eficiente de energía y por un mayor control de la demanda tienen un solo aliado en estos momentos: la recesión que se perfila en el horizonte. "En verano habrá otro golpe en una economía que ya tiene muchos moratones", dice Yerguin.

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