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TRIBUNA

<I>Globalización y responsabilidad empresarial</I>

Las empresas que no creyeron en la certificación medioambiental ya pueden prepararse, llega la certificación social y la gestión de los derechos humanos.

Aquellas empresas que no creyeron en la certificación medioambiental, las escépticas sobre la integración entre el medio ambiente y la gestión empresarial, ya pueden prepararse: llegan las certificaciones sociales y la gestión de los derechos humanos.

El impacto de la globalización no sólo ha repercutido en la homogeneización del mercado mundial y la internacionalización de los centros productivos. También ha ocasionado un auge de organizaciones no gubernamentales y de instituciones que están cada vez más organizadas, y que gracias a las nuevas tecnologías y la difusión internacional de los medios de comunicación monitorean con mayor atención y eficacia las actividades empresariales.

Shell y su sangrienta involucración en Nigeria, o Nike y la explotación de trabajo infantil en Asia, aprendieron pronto la lección: ir en contra de los derechos humanos perjudica seriamente la cuenta de resultados. Ambos rectificaron y están invirtiendo grandes sumas en integrar los aspectos de derechos humanos en su gestión.

Actualmente, con la creciente repercusión que tienen las multinacionales a nivel sociopolítico, nadie se atreve a negar la legitimidad de organizaciones externas que cuestionen sus actividades. Tal y como declaró John Browne, director ejecutivo de la British Petroleum Corporation, las empresas tienen la habilidad de tomar decisiones independientes que afectan a otros; decisiones en inversiones que proporcionan trabajo y rentas, de modo que influyen en la riqueza de comunidades y Gobiernos, y decisiones en el modo de hacer o trabajar de la empresa que pueden afectar a la sociedad de la que se forma parte. "Es por ello que la pregunta sobre cómo se usa el poder es legítima", recalcó.

¿Pero qué medios tiene la empresa para poder asegurar que sus actividades están respetando los derechos humanos y evitar ser víctimas de críticas subjetivas? En respuesta a esta pregunta, el Council on Economic Priorities Accreditation Agency reunió en 1997 a representantes de organizaciones de derechos humanos y de derechos de la infancia, sindicatos, proveedores, universidades, fabricantes, contratistas, empresas de consultoría y asociaciones de industriales para crear el estándar SA8000.

El objetivo de este estándar es mejorar las condiciones globales del trabajo y asegurar que se respetan los derechos laborales fundamentales. Sus contenidos están basados en las distintas convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la Convención de la ONU de los Derechos de la Infancia y en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

A la hora de certificarse a través de este estándar, las empresas han de seguir las partes definidas en el documento guía. Las tres primeras definen la panorámica general del modelo, la interpretación de sus elementos normativos y la definición de los términos clave utilizados en el SA8000.

Las siguientes partes están divididas en nueve apartados: trabajo infantil, trabajos forzosos, salud y seguridad, libertad de asociación y derecho a la contratación colectiva, discriminación, prácticas disciplinarias, horario laboral, compensación y sistemas de gestión. Cada uno de estos apartados evalúa los requisitos necesarios que se han de llevar a cabo para estar en compatibilidad con los principios de los derechos fundamentales.

Apesar de la controversia que se ha creado debido a la complejidad de crear un modelo global aplicable a cualquier cultura y país, con tan sólo tres años de implementación se han certificado 59 empresas esparcidas por todos los continentes. Curiosamente, el país que más ha implementado el estándar hasta el momento ha sido China. La única empresa en el territorio español certificada es Dole Pascual.

Las asociaciones acreditadas para auditar la conformidad al SA8000, como por ejemplo SGS-ICS, Det Norsek Veritas, Bureau Veritas Quality International, Intertek Testing Services, Underwriters Laboratories o Rwtuv Far East, se muestran positivas por el auge del estándar y constatan que muchas de las multinacionales que invierten en países en vías de desarrollo están exigiendo a los proveedores locales que lo adopten para asegurar que cumplen con los requisitos éticos laborales.

Anita Roddick, presidenta del Body Shop International, una de las empresas pioneras en integrar la responsabilidad social en la gestión de su empresa, comentó: "El concepto de la nueva responsabilidad corporativa es tan complejo como cambiar nuestras nociones básicas de lo que nos motiva como empresarios y lo que nuestras metas de negocio deberían ser. Esto sorprende a mucha gente: piensan que es una idea radical considerar cualquier otra cosa que no sea beneficios financieros... Nosotros, como líderes empresariales, podemos y debemos cambiar nuestra visión y nuestros objetivos".

Tal y como sucedió con la gestión medioambiental, este hecho puede ser interpretado como una amenaza por parte del conservadurismo empresarial o como un reto y una oportunidad para los líderes empresarios innovadores.

La globalización está cambiando la actitud y mentalidad que los empresarios del siglo han de tener a la hora de enfrentarse al mercado mundial. Este nuevo marco de actuación no sólo exige mayor eficiencia productiva para posicionarse por encima de competidores extranjeros debido a la progresiva desaparición de tarifas arancelarias, sino que, en respuesta a las crecientes demandas de la sociedad civil, también obliga a las empresas a demostrar un comportamiento ético en consonancia con los derechos humanos universales. Así que abróchense los cinturones: el mundo se hace pequeño, mientras la información cada vez va más rápida y las exigencias del mercado y de la sociedad civil crecen.

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