Capital riesgo: el momento de la verdad para los bárbaros fondos
‘Private equity’ debe mostrar sus galones ahora que deja de soplar el viento de cola
Ya no son aquellos desafiantes bárbaros llamando a las puertas de Wall Street en los ochenta. Tampoco los buitres que planeaban sobre empresas con problemas en busca de gangas tras la crisis financiera. Los fondos se han hecho dueños y señores de la economía. Pero ahora el cóctel provocado por la guerra en Ucrania, la inflación, el miedo a la desaceleración económica y las subidas de tipos han sido su rubicón. El ciclo les ha dejado de ser favorable, ¿y ahora qué?
Era muy fácil hacer dinero en el clásico juego de comprar empresas para luego venderlas más caras. Durante una década ha sido prácticamente una operación financiera. Un arbitraje de deuda. Con los tipos a cero y una liquidez desorbitada en el sistema, eran los inversores (family office, aseguradoras o fondos de pensiones, entre otros) los que llamaban a la puerta de los fondos de capital riesgo para poder arrancar algo de rentabilidad a sus inversiones.
Los fondos podían apostar fuerte en el casino de las operaciones corporativas, apoyados por una deuda ultrabarata, que soportaba al menos la mitad del coste de adquisición de una empresa. Unos cuatro años después, a poco que hubiese mejorado la economía, con algunas adquisiciones y mejoras de la eficiencia podían vender las compañías por un elevado múltiplo, amén de los dividendos cobrados.
Los bancos de inversión encaran un futuro incierto y empiezan con los despidos
Era la gasolina que alimentaba a todo un sistema. La banca extranjera, que tras la crisis se desprendió de sus redes comerciales en España, se orientó para ser el aliado de referencia de los todopoderosos fondos. Se convirtieron puramente en bancos de inversión y comenzaron a incrementar sus plantillas para tratar de atender a esta demanda disparada. También en los despachos de abogados, fundamentalmente en los extranjeros, la práctica de mercantil fue la que tomó todos los galones. Ahora todo esto entra en cuestión. Los fondos se han replegado y dejado seco el canal de transacciones. La actividad de los bancos se ha frenado y han comenzado los despidos.
El parón no puede durar mucho. Los fondos se deben a sus partícipes, a quienes han de devolver su inversión en un tiempo prudencial, con o sin rentabilidad. Será entonces cuando las cartas se pongan encima de la mesa y se destape quién eligió bien sus inversiones y las ha sabido gestionar. Y quién solo hacía dinero aupado por una ola a favor.
Sectores que están en el foco
En plena crisis energética, las renovables se han mostrado como un lugar seguro para invertir. La demanda de energía verde será tal que compensará la subida de tipos.
Hay otros sectores que también mantienen el apetito. Los fondos esperan movimiento entre las telecos y sus infraestructuras, mientras que la salud y la educación conservan el atractivo.