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Tribuna
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Los teléfonos de Europa y América Latina

A final de enero los mandatarios de 60 países europeos, latinoamericanos y caribeños se reunirán en Santiago de Chile, en la cumbre bianual (que esta vez se retrasó de 2012 a 2013). Al clausurar ese cónclave, los latino-caribeños tendrán su propia reunión de la novísima Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac).

El contraste de intereses americano ya se habrá mostrado como evidente en la reunión europeo-latinoamericana-caribeña. Si Kissinger hubiera sido invitado, hubiera pedido cuál era el teléfono de ambos bandos. Paradójicamente, disponer de un solo teléfono no debiera ser signo de limitaciones presupuestarias, sino de fortaleza. Presumir de tener varios aparatos no es muestra de influencia.

El bloque latino-caribeño habrá superado con creces al europeo en número de teléfonos. Aunque en el caso de la Unión Europea pudiera pensarse que cada uno de los Estados miembros tiene un teléfono con el que comunicarse, en realidad, en el terreno de la representación global de la soberanía compartida es más simple: los que deciden son los presidentes del Consejo y la Comisión, con el Parlamento asintiendo.

Algunos latinoamericanos acudirán con ventaja y presumirán de logros. Centroamérica estrenará su flamante nuevo acuerdo de asociación con la Unión Europea. Ya al pisar el subcontinente suramericano, los móviles diversos sonarán con insistencia. Por su parte, se podrá observar en unas esquinas con el aparato al oído a los representantes de los países que desde hace años disfrutan de un favor especial con la Unión Europea. México habla por otro teléfono con sus socios de Nafta en inglés. El teléfono chileno chirriará de lenguas diversas al estar en contacto con medio planeta por una docena de acuerdos de libre comercio.

Obsérvese que Chile ha seguido siendo reticente a volver al redil de la Comunidad Andina. La CAN parece perder cargas para los teléfonos a diario. Por su parte, la Venezuela chavista entró como un elefante en la cacharrería en Mercosur, aprovechando que desapareció en veto de Paraguay. Bolivia, con un teléfono multilingüe, se uniría al bloque mercosureño, por lo menos con un ahorro de líneas telefónicas. A este paso, el secretariado andino de Lima no deberá responder más que a los intereses de Ecuador, ya que Perú y Colombia parecen más preocupados por acercarse a Europa, Estados Unidos y el Pacífico.

El teléfono de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA) puede en breve contestar las nerviosas llamadas de sus socios. Si la evolución de la crisis personal venezolana desemboca en la desaparición de su líder, la reducción de los regalos petroleros puede facilitar el pago de la factura telefónica de la organización.

Celosos de su insularidad, los países caribeños comparten la línea telefónica de Caricom. Pero la República Dominicana no renuncia a sus vínculos con Estados Unidos y los experimentos centroamericanos, además de recibir los cuantiosos beneficios del grupo ACP de la UE. Sigue siendo problemática la inserción de Cuba en su Caribe natural, pero la coexistencia, la estabilidad y la seguridad en todo su entorno (incluido Estados Unidos) le beneficia de momento. El costo de las líneas celulares en la isla no invita a gastos.

Ante la variada suerte de los subbloques, se puede especular acerca de la eficacia tanto de la Celac o de la misma territorialmente reducida Unasur. Mientras tanto, en medio del subcontinente, otro teléfono multiuso destacará en lengua portuguesa. Brasil, reafirmando la leyenda de que Deus é brasileiro, está en todas partes. Su aparato, versión último modelo, seguro será de última generación y tendrá más aplicaciones que las de los demás. No se sabe bien si los contestadores de Unasur y Mercosur refieren a los llamantes a Brasilia, pero muchos lo suponen, y se ahorrarían el cargo. En cualquier caso, en Santiago la UE tratará de llamar oficialmente a un solo interlocutor: la Celac. Su futuro depende de cómo conteste.

Joaquín Roy es catedrático Jean Monnet y director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami

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