Alemania 1930, ¿España 2012?
Dice el tópico que la ortodoxia económica alemana tiene su origen en la hiperinflación de los años 20 y el consiguiente ascenso al poder de Hitler. Sin duda, estos terribles acontecimientos estén grabados a fuego en la conciencia colectiva del pueblo alemán. Pero esta historia obvia parte de la Historia. Hitler llegó al poder en 1933. La hiperinflación llegó a su pico a finales de 1923. Entre ambos acontecimientos, se produjo algo que recuerda sospechosamente lo que está pasando estos días en Europa.
Países endeudados, tipos de cambio fijos, políticas erráticas, falta de acuerdo, austeridad excesiva, fugas de capital extranjero y pánico bancario. La Gran Depresión empezó en Europa en 1930-31. Y ya sabemos lo que vino inmediatamente después. Les dejo con Martin Wolf:
Hasta ahora, nunca había entendido realmente cómo pudo suceder lo que sucedió en la década de 1930. Ahora sí lo sé. Solo hacen falta unas economías frágiles, un régimen monetario rígido, un intenso debate sobre qué debe hacerse, una creencia generalizada de que el sufrimiento es bueno, unos políticos miopes, y una incapacidad de cooperar y de adelantarse a los acontecimientos. Tal vez el pánico se desvanezca. Pero los inversores que compran bonos a tasas actuales indican una profunda aversión al riesgo. Los responsables políticos deben eliminar este pánico, no atizar el fuego. En la zona del euro, están fallando. Si quienes tienen buen historial de crédito se niegan a apoyar a quienes están más presionados, cuando éstos no puedan salvarse a sí mismos, el sistema seguramente se derrumbe. Nadie sabe el daño que esto haría a la economía mundial. Pero, ¿alguien quiere averiguarlo?
La salida de oro secó las reservas de los bancos centrales e impidió a los bancos comerciales dar crédito a las empresas, agravando la crisis y reforzando la huida de capitales. En Francia y Estados Unidos la afluencia de dinero no se trasladó a la economía por los problemas del sector bancario y por las políticas económicas. Brad de Long:
El compromiso con el patrón oro evitó que la Reserva Federal aumentase la oferta de dinero en 1930 y 1931, y forzó al presidente Hoover a abordar destructivos intentos por cuadrar el déficit para evitar una huida de capitales.
El patrón oro se había convertido en una fuerza deflacionista para todos los países que participaron en él. Los países que estaban fuera del patrón oro, como España, sufrieron mucho menos los efectos de la Gran Depresión. Inlcuso los que salieron de dicho patrón a tiempo (los escandinavos y Reino Unido) sufrieron la depresión menos que otros.
En Europa Central, la retirada de fondos de los bancos alcanzó su cénit con la quiebra del primer banco de Austria, el Creditanstalt (inquietante fusión de varios bancos insolventes; no aprendemos nada). Esta quiebra derivó en un pánico bancario masivo que llevó a una sequía total del crédito en Europa y a un "corralito" en numerosos países. En realidad, como afirma este informe del BIS, tras la quiebra del Creditanstalt, el sistema financiero europeo se fue "destruido" por la falta de liquidez. Después se ofreció a Austria un crédito internacional, pero problemas políticos con Francia (principal tenedor de oro junto con EE UU) tumbaron la iniciativa.
Con todo, Bernanke y sus compañeros no limitan el efecto del patrón oro y la deflación sobre la depresión económica a los pánicos bancarios. Ellos, de hecho, insisten en que las políticas deflacionistas restringieron la actividad incluso en los países en los que no hubo pánico bancario. Y aluden a la llamada espiral deflacionista de la deuda: Si bajan los precios el valor de las deudas aumenta en términos reales, lo que provoca más insolvencias, más sequía del crédito y más depresión económica.
Richard Koo, de Nomura, ha aplicado esta idea a la España de 2012, como comentamos hace unas semanas. Me autocito:
España está sometida a una espiral destructiva llamada deflación de su hoja de balance. Empresas y particulares prefieren reducir deuda en vez de pedir dinero aunque el tipo de interés sea cero. El ahorro que se pueda generar no se reinvierte, sino que sale del sistema financiero y huye del país. Eso es lo que ilustran estos gráficos. En este contexto, la política monetaria es inútil (los tipos ya están cercanos al cero), y solo la política fiscal es útil: el Gobierno capta los ahorros, se endeuda y gasta. Es lo que hizo Japón en los años 90. Pero eso es, precisamente, lo que está dejando de hacer desde 2010 España.
En todo caso, ¿qué hizo Alemania ante la inminente crisis? Frente a la huida de capitales, austeridad y más austeridad. Copio de la Enciclopedia Británica la entrada sobre el canciller conservador Heinrich Brüning, en el cargo entre 1930 y 1932.
Sus políticas en respuesta a la aparición de la Gran Depresión, fueron aumentar los impuestos, la reducción de los gastos de gobierno, elevar los aranceles sobre los productos agrícolas extranjeros, recortes en los sueldos y del seguro de desempleo y beneficios, y continuación del pago de las reparaciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles (1919).Las medidas de austeridad de Brüning impidieron todo rebrote de la inflación, pero también paralizaron la economía alemana y dieron lugar a las nubes el desempleo y una drástica caída del nivel de vida de los trabajadores alemanes.
En 1928 había en Alemania 650.000 desempleados. En 1933, 6,5 millones, el 30% de la población activa. El país se había quedado sin sistema financiero, las empresas industriales cerraban de forma masiva, y solo en 1932 se suspendió el pago de la deuda derivada de las reparaciones de guerra.
En cualquier caso, no todo es igual. Alemania 1930 no es España 2012. Entre 2009 y 2012 la respuesta de los bancos centrales ha llegado. Ha sido particularmente lenta en Europa, donde la obsesión inflacionista del Bundesbank llevó al BCE a subir los tipos de interés en plena crisis (tanto en 2008 como en 2011), pero a cambio se ha inyectado dinero de forma masiva en el sistema financiero y se ha evitado un "momento Creditanstalt".
Por terminar, siento ser portador de noticias tan poco halgüeñas. Como he dicho varias veces, ni creo que se rompa el euro ni temo un corralito. Más que nada, porque confío en que las personas que ocupan grandes despachos en Madrid, Fráncfort, Berlín o Bruselas son más listas que yo. O porque el amigo Ben Bernanke escribió el trabajo que enlazo arriba, y digo yo que le escucharán. O porque, desde 2010, si bien los líderes europeos han demostrado una inutilidad y un dogmatismo pasmosos, en situaciones límite han entrado en razón o han recibido la llamada de algún pragmático banquero. Ahora, a medida que el problema es más complejo, más probable es que descarrile el tren. Y, si Europa vuelve a cerrar en falso la crisis, no habrá muchas más opciones para el euro.
Música contra la crisis. Obviamente, Marlene Dietrich cantando Lili Marleen en alemán.
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