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El James Webb de la NASA detecta algo increíble: una fábrica de lunas

Este es un importante descubrimiento debido a que permite conocer de forma más precisa cómo se forma los satélites y, de esta forma, conocer si alguno de ellos puede incluso contener vida.

Frontal del telescopio Telescopio James Webb
Iván Martín Barbero

El telescopio James Webb de la NASA ha logrado, de nuevo, algo sin precedentes: la detección directa de un disco rico en carbono que rodea al exoplaneta CT Cha b, situado a unos 625 años luz de la Tierra en la constelación de Camaleón. Este elemento, compuesto por polvo y gas, podría convertirse en el lugar donde nazcan nuevas lunas, lo que ha llevado a los investigadores han denominado como “fábrica”.

El descubrimiento, publicado en The Astrophysical Journal Letters, es una nueva puerta para comprender cómo se forman los satélites naturales y, por extensión, la forma en la que evolucionan los sistemas planetarios en nuestra galaxia. Hasta ahora, las teorías sobre la formación de lunas se basaban en modelos y en las huellas químicas que dejaron procesos ocurridos hace más de 4.000 millones de años en nuestro propio sistema solar. Ahora, gracias al James Webb, podemos observar este fenómeno en tiempo real.

Un sistema joven y muy dinámico

CT Cha b orbita una estrella que apenas tiene 2 millones de años, y se encuentra todavía en proceso de acumular material. Sin embargo, curiosamente el disco que rodea al planeta es independiente al mayor que alimenta a la estrella. El caso es que la distancia entre ambos sistemas es colosal: 74.000 millones de kilómetros, lo que confirma que se trata de entornos separados y con evoluciones químicas distintas.

Anillos de CT Cha b descubiertos por el James Webb de la NASA

Este hallazgo resulta crucial debido a que las lunas podrían superar en número a los planetas en la galaxia, y algunas incluso ofrecer condiciones aptas para la vida. Comprender cómo se forman en este lugar es clave para responder preguntas sobre habitabilidad y diversidad planetaria.

La química detrás de la fábrica de lunas

El equipo científico, liderado por Sierra Grant (Carnegie Institution for Science) y Gabriele Cugno (Universidad de Zúrich), utilizó el instrumento MIRI (Mid-Infrared Instrument) del James Webb para analizar el espectro infrarrojo del disco. Tras un año de trabajo y técnicas avanzadas de imagen de alto contraste, lograron aislar la luz del planeta frente al brillo de su estrella anfitriona.

Y el resultado ha sido la identificación de siete moléculas ricas en carbono, esenciales para la formación de cuerpos sólidos y atmósferas complejas: diacetileno (C₄H₂); hidruro de cianógeno (HCN); propino (C₃H₄); acetileno (C₂H₂); Etano (C₂H₆); dióxido de carbono (CO₂) y, también, benceno (C₆H₆).

Esta composición contrasta con la del disco de la estrella, donde predomina el agua y falta carbono. La diferencia química entre ambos entornos revela que la evolución ocurre en apenas 2 millones de años, un tiempo ínfimo en términos cósmicos.

La importancia de este descubrimiento

Los científicos llevan décadas proponiendo que las grandes lunas de Júpiter -Io, Europa, Ganímedes y Calisto- se originaron en un disco similar alrededor del planeta. La disposición de sus órbitas y su composición, con núcleos rocosos y capas de hielo, respalda esta hipótesis. Ahora, el James Webb ofrece la primera evidencia directa de un proceso comparable en otro sistema. Este hallazgo no solo confirma teorías, sino que también permite comparar la química y dinámica de CT Cha b con la historia temprana de nuestro sistema solar. Según uno de los líderes del descubrimiento, “estamos viendo qué materiales se acumulan para construir planetas y lunas, y qué procesos físicos intervienen”.

ESA NASA horario Luna

Implicaciones para la búsqueda de vida

Si las lunas son más abundantes que los planetas, como sugieren los nuevos modelos, podrían convertirse en objetivos prioritarios para la astrobiología. Algunas, al igual que Europa o Encélado, podrían albergar océanos bajo su superficie y condiciones favorables para la vida. Observar cómo se forman ayudará a entidades como la NASA o la ESA a estimar cuántos mundos habitables podrían existir en la galaxia.

Hay que indicar que el equipo que ha realizado el descubrimiento planea utilizar el telescopio espacial del que hablamos para estudiar otros sistemas jóvenes y comparar la diversidad química y física de sus discos. El objetivo es crear un mapa evolutivo que explique cómo nacen las lunas y qué factores determinan su composición. Este avance marca el inicio de una nueva era en la exploración espacial: por primera vez, podemos observar el drama de la formación lunar en directo, algo que hasta ahora solo podíamos imaginar.

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