El bum español siembra las semillas de su propia destrucción
Es posible que el país no pueda confiar durante mucho más tiempo en su motor económico, la inmigración
En lo que respecta a la economía poscovid, España es un país estrella. Desde finales de 2019, la cuarta economía más grande de la Unión Europea ha sido responsable del 22% del crecimiento del bloque y del 27% de la creación de empleo. Pero en lo que respecta a la política poscovid, España ha elegido la forma más impopular de impulsar su auge: grandes volúmenes de migración. Con un Gobierno cada vez más acosado por la extrema derecha, es posible que no pueda seguir confiando en su motor económico durante mucho más tiempo.
Según una encuesta realizada por 40dB por encargo de El País y la Cadena Ser, publicada el día 9, los partidos de derechas obtienen más del 50% de los votos en España, con un claro auge de la extrema derecha de Vox, y los votantes piensan ahora que el centrista presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, debería convocar elecciones anticipadas.
Están indignados por las investigaciones de corrupción que afectan a su círculo más cercano, así como por la falta de mejora en sus finanzas personales. Los salarios reales han bajado un 1% desde 2019 y siguen estando un 7% por debajo de su máximo de 2010. Gran parte del aumento del PIB tras la pandemia proviene de los ingresos netos del turismo, que han crecido un 14% anual, frente al 2% anterior. Pero esto también ha atraído a casi 3 millones de personas del extranjero.
Como resultado, el crecimiento del PIB de España es solo la mitad de la tasa nominal del 10% cuando se ajusta a la población. El país ya ha pasado por esto antes: durante los periodos de auge, como a finales de la década de los 90 y a mediados de los 2000, importó mano de obra barata a sectores cíclicos y poco cualificados, como el turismo y la construcción. Esto provocó un menor crecimiento de la productividad y un aumento de los alquileres, lo que dejó estancado el poder adquisitivo de los hogares.
No obstante, algunos avances son tangibles. La demanda inyectada por los recién llegados a la economía ha contribuido a que la tasa de desempleo se acerque al 10% por primera vez desde 2008, y el porcentaje de trabajadores asalariados con contratos temporales ha descendido al 16% después de rondar el 25% durante una década, lo que desmiente el mito de que los inmigrantes quitan el trabajo a los locales.
Sánchez puede atribuirse el mérito: ha ampliado las vías para legalizar la inmigración, ha reformado el mercado laboral, ha aumentado el salario mínimo y ha frenado la inflación con un inteligente límite al precio de la gasolina. Además, España ha construido unos cimientos sólidos. Su temprana apuesta por las energías renovables ha dado lugar a los precios mayoristas de la electricidad más bajos entre los principales países europeos. La inversión en propiedad intelectual es un 59% superior a la de antes de la pandemia, lo que sugiere que las empresas están aprovechando los 37.000 millones de euros de los fondos de recuperación de la UE. Y, de forma atípica, la producción por hora se ha acelerado recientemente junto con el PIB.
Pero parte de esto puede ser un espejismo creado por datos poco fiables que se revisan constantemente. Mientras, el turismo se está ralentizando, la inflación está aumentando y los fondos de la UE pronto se agotarán. Es probable que no se produzcan mejoras duraderas antes de las próximas elecciones generales. El vertiginoso ascenso de un partido antiinmigrante en Cataluña, Aliança Catalana, ya ha asustado a un aliado clave de Sánchez, que ha retirado su apoyo.
En una época en la que la caída del nivel de vida está empujando a los votantes a los brazos de los partidos de extrema derecha, que probablemente tomarán medidas drásticas contra la inmigración, el modelo de crecimiento de España se encuentra sobre cimientos inestables.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
