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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La lógica del Golfo con Paramount no es financiera

El respaldo saudí, catarí y emiratí a la oferta por Warner Bros une más a los países de Oriente Próximo con la actual Casa Blanca

Oriente Próximo está firmando un carísimo cheque para una fusión incierta en lo financiero. El PIF saudí, la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA) y una entidad controlada por Abu Dabi han inyectado 24.000 millones de dólares en la opa hostil de Paramount por Warner Bros Discovery (WBD). El giro clave de la trama –los fondos del Golfo renunciarán a los derechos de gobernanza, incluidos los puestos en el consejo y el derecho de voto– subraya que su estrategia tiene más sentido si se analiza desde una perspectiva no financiera.

La oferta de Paramount, de 108.000 millones, incluida la deuda, normalmente situaría al trío del Golfo como protagonista. De los 40.700 millones en capital, aporta casi tres quintos. El 19% que tendría cada uno de las acciones de la firma fusionada, si se repartieran a partes iguales, les daría en conjunto una mayoría. Pero, para evitar despertar las alarmas del Comité de Inversiones Extranjeras en EE UU sobre el control extranjero de los activos mediáticos, han acordado jugar papeles secundarios.

Aun sin ese giro, es una apuesta extraña. Las operaciones mediáticas, incluidas las anteriores en las que participó el objetivo actual, a menudo han salido mal, como la de AOL y Time Warner en 2000. David Ellison, hijo del fundador de Oracle, llegó en agosto a CEO de Paramount tras una fusión de 8.000 millones, y sus habilidades aún no se han testado.

Desde el punto de vista financiero, WBD tampoco es precisamente una apuesta segura. Deutsche Bank estima que la firma combinada tendrá una deuda neta equivalente a 6,6 veces el ebitda previsto para 2026. Las estimaciones recopiladas por Visible Alpha asumen un beneficio operativo de 3.000 millones para 2028, cuando Ellison calcula que podrá obtener 5.000 millones en sinergias. Suponiendo un tipo impositivo del 20%, implica un retorno inferior al 6% dentro de tres años.

Dicho esto, la apuesta del Golfo tiene una lógica básica. Larry Ellison, cuya familia respalda la enorme inversión, ha apoyado a Donald Trump. Riad acaba de prometer 1 billón de inversión en EE UU. El respaldo a este acuerdo, que a WBD le puede resultar difícil de rechazar, une más al Golfo con la actual Casa Blanca.

Aun así, Riad en particular parece estar gastando más recursos en el extranjero en vez de crear una economía no petrolera en su país: Riad pagó hace poco 30.000 millones para comprar Electronic Arts. La presencia en el acuerdo por WBD de Affinity Partners, la firma del yerno de Trump, Jared Kushner, respaldada a su vez por el PIF, la QIA y el fondo emiratí Lunate, puede tranquilizar al trío, ya que les garantiza cierto control sobre lo que pase luego. Pero, al igual que con la apuesta de Riad y Emiratos por el Vision Fund 1 de Masayoshi Son, que fracasó, es jugar a los dados.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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