Planificar hoy el legado de mañana
Es un proceso de protección no solo de los activos sino de los valores y la identidad de una familia
Sobre la riqueza dice la tradición popular que la primera generación la crea, la segunda la mantiene y la tercera la destruye. Este dicho, por fortuna, no siempre es una realidad, pero también es cierto que conseguir que un patrimonio trascienda a lo largo de generaciones tampoco será fruto del azar. Trabajar una planificación patrimonial integral resultará esencial para alcanzar el éxito generación tras generación. Soy una convencida de que el análisis, la reflexión y el trabajo sobre la situación patrimonial actual, así como una proyección del futuro situará a sus titulares en una posición mucho más ventajosa para afrontar un futuro siempre incierto.
Las razones que llevan a una familia a iniciar este proceso suelen ser dos: la fiscalidad, siempre presente y compleja, y el relevo generacional, especialmente en empresas familiares. Aunque estos factores suelen detonar el interés por planificar, las familias rápidamente descubren que esta tarea va mucho más allá de una simple transferencia o distribución equitativa de activos. Se trata de trasmitir el esfuerzo de toda una vida junto con los valores y el legado como familia.
Todo proceso de planificación es diferente y deberá realizarse ajustándose a la realidad de cada grupo, pero igualmente todo proceso comparte unos puntos en común. Se comenzará con un análisis de la situación actual, una reflexión sobre el patrimonio presente, su composición y distribución. Continuará con una fase de toma de decisiones, sin duda la parte más larga y compleja en la que se reflexionará sobre el presente y el futuro del patrimonio familiar. Todo el proceso culminará con la fase de implementación que, en muchas ocasiones, se realizará a lo largo en varios momentos vitales. No obstante, este ejercicio implicará una revisión y actualización a lo largo del tiempo con la finalidad de determinar si las decisiones que se tomaron y adoptaron siguen vigentes o deberían actualizarse acorde con la nueva realidad familiar.
Es importante mencionar de forma expresa que la planificación patrimonial no debe realizarse de forma exclusiva pensando en el momento sucesorio si no como un proceso de presente con una culminación futura. Tomar las decisiones y medidas adecuadas a lo largo de los años, en definitiva, anticiparse permitirá a la familia afrontar la sucesión de una forma más exitosa. Existen múltiples acciones que pueden ser implementadas desde el momento presente y no me refiero exclusivamente a la transmisión de activos en vida (que también) si no a decisiones como involucrar a la siguiente generación en la gestión del patrimonio, facilitar formación relacionada con sus obligaciones futuras, así como, por supuesto, generar espacios de diálogo en los que poner en común no solo la voluntad del titular si no la visión de las generaciones más jóvenes. Esto no solo prepara a los herederos, sino que fortalece la cohesión familiar.
Uno de los pilares esenciales de todo este proceso es conocer la legislación aplicable. En España tanto la normativa fiscal como la civil pueden variar significativamente entre comunidades autónomas. Por eso, es crucial realizar un análisis minucioso adaptado al lugar de residencia de cada familia. Además, en un mundo globalizado como el actual, muchas familias tienen vínculos internacionales, lo cual añade complejidad al proceso de planificación. En esos casos, hay que considerar las posibles implicaciones fiscales y legales en otros países.
Siguiendo la línea anterior, sin duda, todo proceso de planificación tiene un componente fiscal importante. Habitualmente el objetivo de las familias es reducir la carga fiscal todo lo posible. Sin embargo, este no debe ser el único objetivo ni, en muchos casos, el más relevante. Definir adecuadamente el papel de cada miembro de la familia, establecer las implicaciones para la empresa familiar (si la hubiera) y respetar la voluntad de quien deja el legado son aspectos igualmente cruciales. Incluir a la siguiente generación en todo el proceso de planificación, fomentando el diálogo y el consenso, es clave para evitar conflictos futuros y asegurar una transición suave y robusta.
La pregunta clave sería ¿por dónde empezar? Sin duda por la selección de un profesional cualificado que pueda acompañar a la familia en todo este proceso. Este experto podrá analizar, desde una posición de objetividad, la situación actual, conocer lo intereses y deseos de cada uno de los miembros de la familia y presentar las soluciones que mejor se adapten a la identidad de dicha familia.
En definitiva, planificar el legado familiar es un proceso que necesita cocinarse a fuego lento, dado que requiere trabajo, tiempo y compromiso por parte de las familias y sobre todo abordarse de forma integral. Siempre se tratará de un proceso de protección no solo de los activos sino de los valores y la identidad de una familia que permita trascender generaciones.

