Las lecciones de los niños ahorradores del canciller Merz
Hay medidas de eficacia demostrada y con capacidad para alcanzar a amplias capas de la población, como son los planes de pensiones colectivos con asignación


La propuesta alemana de empezar a ahorrar para la jubilación desde el primer o segundo curso de la educación primaria puede considerarse un tanto extrema. Planificar la pensiones desde los seis años con tímidas aportaciones no es un cambio significativo en términos estrictamente cuantitativos, pues el plan del canciller Merz deja al joven ahorrador con un patrimonio de unos 1.440 euros, sin contar la revalorización, al cumplir los 18 años. La propuesta pasa, más bien, por reforzar la cultura del ahorro, ya inculcada con cierta profundidad en Alemania, ante la implacable aritmética de la demografía y su impacto en las pensiones públicas. Ya decía Warren Buffett, otro icono de la frugalidad, que el ahorro no debe ser lo que sobra después de consumir, sino que el consumo debe ser lo que sobra después de ahorrar.
Ambos planteamientos pueden parecer un tanto extremistas, pero tienen un poso de realidad: el ahorro para la jubilación debe ser sistemático, y no estar al albur, salvo situación catastrófica, de la coyuntura de cada año. El efecto del interés compuesto y la capacidad del tiempo para suavizar los bandazos de los mercados hacen que ahorrar una cantidad fija cada mes o cada año sea una receta, además de sencilla, muy eficaz. Con todo, fiar la pensión del futuro al ahorro infantil tiene la desventaja de los plazos (los niños del plan Merz cobrarán su pensión en torno a 2080). Y la cultura financiera no se obtiene por arte de magia; en la España de los 80 ya existían las libretas de ahorro infantil, pero el ladrillo sigue siendo la inversión nacional por excelencia. Igualmente cortos se quedan los planteamientos que limitan la promoción de las pensiones a ventajas fiscales de corto recorrido.
Hay medidas, por otro lado, de eficacia demostrada y con efectos no en el corto plazo (los milagros no existen, y menos en finanzas), pero sí en el medio, y con capacidad para alcanzar a amplias capas de la población, como son los planes de pensiones colectivos con asignación. Fue la gran apuesta del ahora gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, si bien el mercado del ahorro no ha compartido el entusiasmo del entonces ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Quizá se quedó corto. Incluir un plan de pensiones en una negociación colectiva la complica: exige sacrificios a trabajador y empresa. Pero, cuando el plan de pensiones está ya establecido de salida, en la configuración por defecto de la nómina, casi ningún trabajador renuncia a cambio de un pellizco mensual en el salario.

