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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Disney cava aún más en el agujero de la TV clásica

La suspensión del programa de Kimmel supone ceder ante la presión política, pero puede salir por la culata

Entre los personajes de Disney, el jefe Bob Iger ha pasado de ser Capitán América al enanito Tímido. Tras enzarzarse en una lucha con el estado de Florida por una ley que prohíbe debatir en las escuelas temas relacionados con el colectivo LGBTQ, el Reino Mágico ha cedido ahora a la presión de un regulador de EE UU. El melodrama enreda un acuerdo de retransmisión de 6.000 millones de dólares y a un cómico. A medida que los medios tradicionales recurren a más alianzas para sobrevivir, ceder por motivos dudosos no hace más que debilitar aún más al sector.

La cadena ABC, propiedad de Disney, suspendió abruptamente el miércoles el programa de entrevistas Jimmy Kimmel Live! por tiempo indefinido. La medida se produjo tras una serie de acontecimientos extraordinarios: en una entrevista en un podcast emitida ese mismo día, el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, Brendan Carr, que supervisa la agencia que regula las licencias de TV, condenó los comentarios de Kimmel sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. Incluso sugirió que las emisoras locales afiliadas, que distribuyen contenidos de las principales cadenas, dejaran de emitir el programa. Su lenguaje hacia Disney fue contundente, diciendo que la situación se podía manejar “por las buenas o por las malas».

El grupo de medios locales Nexstar, que cuenta con 32 cadenas asociadas a ABC, anunció que sustituiría la franja horaria de Kimmel. Su rival Sinclair hizo lo mismo. Nexstar está esperando que la FCC apruebe su adquisición por 6.000 millones de su rival Tegna.

Iger ya ha cedido ante la Administración anteriormente. En 2024, ABC pagó 15 millones para resolver una demanda por difamación presentada por el entonces presidente electo Donald Trump. Esto contrasta con su defensa de Disney frente al gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, que también demandó al Reino Mágico.

Otros han seguido este camino. Paramount despidió al presentador Stephen Colbert, crítico mordaz de Trump y del intento de su empresa matriz de fusionarse con Skydance Media, antes de que Carr aprobara su fusión por 8.000 millones con la productora de David Ellison.

Mientras, la televisión tradicional está pasando por un mal momento. Los beneficios operativos de las cadenas lineales nacionales de Disney cayeron un 14% interanual en abril-junio, debido al descenso de la audiencia y a la reducción de los pagos de las filiales y la publicidad. Sin embargo, Kimmel fue un raro punto positivo, ganando terreno entre el importantísimo grupo demográfico de adultos de entre 18 y 49 años. Los anunciantes valoran mucho a este grupo; el programa del presentador vio aumentar su audiencia un 24% en el segundo trimestre con respecto al año anterior, según Nielsen.

Disney aún podría readmitir a Kimmel. Puede que no recupere a los espectadores perdidos. Peor aún, conservadores como Tucker Carlson, expulsado de la cadena Fox, de tendencia derechista, han demostrado que los presentadores pueden lanzarse por su cuenta. Esa opción puede resultar ahora tentadora para otros. Al fin y al cabo, con los medios tradicionales en dificultades, hay más acuerdos en perspectiva, como la oferta de Ellison por Warner Bros Discovery, todos ellos vulnerables a los caprichos de los reguladores. Ceder ante la presión tiende a generar más presión.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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